lunes, 30 de diciembre de 2013




Yo estuve en México, escalé las pirámides
impecables moles geométricas
desparramadas por el istmo de Tehuantepec.
Quiero creer que las hicieron visitantes del cosmos
pues estas obras suelen edificarlas los esclavos
y el istmo está cubierto de hongos pétreos.

Los ídolos de arcilla son tan fáciles
de falsificar que propician rumores.
Bajorrelieves varios, con cuerpos de serpientes
y el alfabeto indescifrable de una lengua
que ignoró siempre la conjunción
o.
¿Qué contarían si empezaran a hablar?

Nada. En el mejor de los casos, las victorias
sobre tribus vecinas y cabezas partidas.
Que la sangre del hombre vertida en el altar
del Dios del Sol le fortalece un músculo.
Que el sacrificio nocturno de ocho jóvenes fuertes
garantiza el alba con mayor seguridad que un despertador.

De cualquier modo es preferible la sífilis o las fauces
mortíferas de aquellos unicornios de Cortés, al sacrificio.
Si te toca en suerte alimentar con tus ojos a los cuervos
es preferible que el asesino sea asesino y no un astrónomo.
En general, sin esos españoles es muy poco probable
que hubiesen llegado a tener la certeza
de que alguna cosa les había pasado.

Es aburrido vivir, querido Eugenio. Dondequiera que vas
la estupidez y la crueldad te siguen.
Me da pereza encerrar eso en versos.
Como dijo el poeta: «En cualquier elemento...».
¡Qué lejos vio desde sus marismas natales!
Yo agregaría: en cualquier latitud.

domingo, 29 de diciembre de 2013







Queen Elizabeth II. Lucian Freud, hacia 2001.

Siempre he sido reacio a Lucian Freud. Pintor de pose académica: del natural, frente al modelo desnudo. Hace bien lo que hemos hecho todos en las escuelas de Bellas Artes. A fuerza de insistir, uno aprende a valorar lo que diferencia al pintor Freud de la tropa académica. Su obsesión morbosa por el desnudo. El cuerpo realista, feo, recortado en la tela como una mancha abstracta. La pintura como nervio o víscera.

He leído en alguna parte que este cuadro es el fruto de seis años de negociaciones. No me ha quedado claro en qué dirección han sido las negociaciones: si el pintor o su agente intentando someter a la reina al posado, o la reina solicitando un retrato del pintor vivo más presitigioso de Inglaterra. Seis años que culminan en un diminuto retrato de veintitrés por quince centímetros.

Yo creo que la burocracia en torno a este pequeño cuadro es muy importante. Casi diría que se trata de lo más importante. ¿Pactaron en frío, a través de intermediarios, la forma y el acabado del cuadro, sus ridículas dimensiones, la diadema, la pose, el tiempo de realización, el horario, el lugar? ¿Cuánto tuvo que rebajar el pintor sus presupuestos artísticos, al enfrentarse al retrato de una reina? ¿Cuánto tuvo que ceder la reina al someterse al trabajo de un artista con fama de visceral y díscolo?

Una vez decidido que se iba a hacer, el cuadro tardó dos años en realizarse. Al parecer, en más de setenta sesiones. ¿Hubo varias versiones del mismo? ¿El pintor empleó todo ese tiempo en embadurnar la pequeña superficie del cuadro? ¿Cómo fueron los silencios entre la reina y el pintor? ¿Cuánta gente había alrededor, observando la escena? ¿Pudo Freud estar a solas con la reina? Se dice que las sesiones duraban cerca de cinco horas. El pintor Freud reservó un rincón en su estudio para pintar a la reina y la hizo sentarse en un incómodo taburete. Ambos tenían, más o menos, la misma edad.

Lucian Freud tenía fama de investigar a sus modelos, de inmiscuirse en sus vidas, de provocarles para sacar lo peor de sí mismos. Este proceso le permitiría ir deformando paulatinamente el realismo de sus cuerpos. No de cara a una idealización clásica, sino de cara a la, digamos, depravación expresionista. Lucian Freud era fundamentalmente un expresionista perfecto, preciso.

Hay varias fotografías de la reina Isabel II posando para Lucian Freud. En una de ellas, la reina aparece sobre un fondo austero, supuestamente una de las paredes del estudio del pintor. Una clase de enchufe, una grieta y una cañería circundan la figura de la reina, vestida de azul y coronada con la misma diadema que aparece en el cuadro. En otra fotografía el pintor aparece de espaldas, ligeramente encorvado, empastando; el cuadro aparece, ya acabado, entre el pintor y la reina. Puede apreciarse la particular disonancia entre el naturalismo de la imagen fotográfica, el rostro de la reina fotografiado, y la deformidad, casi caricaturesca, del mismo rostro pintado.

De Lucian Freud se dice que es el pintor de la carne. Desde los tiempos del Barroco (Caravaggio, Rembrandt) nadie había observado el desnudo humano de un modo tan obsesivo. Freud pinta el dolor de la carne, su angustia, su pálpito. Utiliza un pigmento granulado llamado blanco de Cremnitz. Al parecer, esta clase de pigmento produce la peculiar textura de los cuadros de Freud. El trazo grueso, grumoso.

A diferencia de los pintores del Barroco, Freud trata por igual toda la escena, sin apenas claroscuro. La figura desnuda es un amasijo de blancos, marrones y rojos. Una mancha rosada que se retuerce en el centro del cuadro. En definitiva, Lucian Freud es un pintor post-Francis Bacon. Pero si Bacon realiza una descomposición picassiana de la imagen, Freud se aferra al realismo. Freud pinta como si manosease los cuerpos, estirándolos, deformándolos un poco, lo justo para reforzar su dramatismo y su ridiculez. No obstante, el sentido metafísico y teatral resulta muy parecido en ambos pintores.

¿Qué pretendía la reína de Inglaterra al someterse a semejante teatro del absurdo? ¿Fue de su agrado el resultado? Al parecer, la reina aún no ha manifestado opinión alguna. El pequeño cuadro, sin embargo, queda guardado en la colección real.









La gran belleza es, probablemente, la película más enfermizamente italiana que ha dado Italia desde la muerte de Fellini. No es tanto una película como la descripción pautada de todo lo que queda cuando no queda nada; de esa sensación vana que precede a la aceptación tranquila de lo absurdo de todo.

viernes, 27 de diciembre de 2013




Fluye, fluye, nube gris,
se abre la flor de la peonía,
nada te une ya a esta tierra,
nada te une ya a este cielo.

Delira en la canícula el jardín,
un gato da bostezos en el porche.
Caminas por la calle de los tilos
en flor, de qué ciudad, lo ignoras,

en qué país, no lo recuerdas.
Brillan livianos los estorninos,
la noche se aproxima suavemente,
juegan al escondite los capullos de las rosas.

Eres tan sólo un sueño, una imagen,
sólo un anhelo eres.
Cuando te vayas, como las nubes,
se teñirá de bronce tu recuerdo.

Y rondarás los ríos
y las sombras de los árboles,
pero naufragarás en la tierra, en la tierra, en la tierra.

viernes, 20 de diciembre de 2013




De pie, callado ante el cuadro sombrío,
ante el lienzo que hubiera podido tornarse
abrigo, camisa, bandera,
pero en cosmos se había convertido.

Permanecí en silencio,
colmado de encanto y rebelión, pensando
en el arte de pintar y el arte de vivir,
en tantos días fríos y vacíos,

en los momentos de impotencia
de mi imaginación,
que como el corazón de la campana
vive tan sólo en el balanceo,

golpeando lo que ama
y amando lo que golpea,
y pensé que este lienzo
también hubiera podido ser mortaja.

jueves, 19 de diciembre de 2013




Arnaldur Indridason es, probablemente, mi autor favorito
de entre los autores vivos de novela negra.
Su tesis principal es que el pasado siempre aflora,
condicionando el presente. En torno a esta idea evidente
estructura Indridason sus novelas, aprovechando
su formación como periodista e historiador.
Me gusta su estilo escueto, cortante, frío.
Pero, sobre todo, me gusta su personaje,
el inspector Erlendur Sveinsson,
un tipo con una vida personal ruinosa
que se aferra a su trabajo para no desmoronarse.

Indridason suele indagar en la historia islandesa, como es evidente.
Hace, por lo tanto, crítica social. Como escritor de género
me parece intachable, de lo mejor.
¿Le hacía falta aceptar un premio de 125.000 euros?
¿No es ya un autor suficientemente conocido y difundido?

Me cuesta aceptar que intelectuales con el marchamo de "crítica social"
demuestren un sentido apego por la pela.
Además, ¿es posible que el jurado del RBA (Lorenzo Silva,
Soledad Puértolas) no supiese que se trataba
de una novela de Indridason,
siendo una historia ambientada en Islandia
(a pesar del seudónimo y de que en ella no aparece
el archiconocido Sveinsson)?
¿Cuántos escritores islandeses de novela negra
pueden presentarse a ese premio,
traducidos al español?

martes, 17 de diciembre de 2013




Intenta alabar al mundo herido.
Recuerda los largos días de junio,
fresas silvestres, gotas rosadas de vino.
Los hierbajos que metódicamente invadían
las casas abandonadas de los desterrados.
Debes alabar al mundo herido.
Mirabas yates y barcos,
uno de ellos tenía que emprender un largo viaje,
al otro le aguardaba sólo la salobre nada.
Veías refugiados caminar hacia ninguna parte,
oías a los verdugos cantar
alegremente.
Deberías alabar al mundo herido.
Recuerda aquellos momentos, en la habitación blanca,
cuando estabais juntos y el visillo se movía.
Vuelve con la mente al concierto, cuando estalló
la música.
Recogías bellotas en el parque en otoño
y las hojas sobrevolaban girando las cicatrices de la tierra.
Alaba al mundo herido
y la pluma gris perdida por un mirlo,
y la luz delicada que vaga y desaparece
y regresa.

domingo, 15 de diciembre de 2013




Habla más suave: ya no eres joven,
el éxtasis ha de pactar con semanas de ayuno,
has de elegir y abandonar, dar largas

y hablar extensamente con embajadores de secos países
y labios cuarteados, has de esperar,
escribir cartas, leer libros de quinientas páginas.
Habla más suave. No abandones la poesía.



Origen, de Christopher Nolan, es una fantasía matrixiana que no me gusta nada. Se hace mucho eso de ser reflexivo con las realidades paralelas y las metáforas de internet.

Pero en Origen se dice algo sobre la creación de mundos ficticios que sí me interesa.

En Origen hay gente que se introduce en los sueños de otra gente (la vida es sueño, y los sueños, sueños son). Pero para que esto suceda hace falta un equipo de gente, una técnica y un aparataje (uno cree que Nolan pretende reflexionar, al fin y al cabo, sobre el cine). Entre los miembros de ese equipo tiene que haber un "arquitecto de sueños", alguien que construya los escenarios en los que el sueño ha de transcurrir. (Siempre se trata de un "sueño compartido"; algo que a su vez hace referencia al cine.)

En la película, uno de esos "arquitectos de sueños" dice que, para que su trabajo sea conveniente, no se debe recurrir a la experiencia propia, a los lugares en los que uno ha estado; pues se corre el peligro de confundir la realidad con lo soñado. (Uno cree que estos "arquitectos" serían, para Nolan, en definitiva, los guionistas del cine; aquellos que "inventan" la base de lo que luego será una película, esto es, un "sueño compartido".)

El "arquitecto de sueños" sigue hablando. Dice que es inevitable recurrir a la experiencia propia; pero es preciso limitarla a los "detalles" del sueño: la forma de una farola o el verdor de un paisaje. Nunca tratar de reproducir por completo lo que uno ha vivido.

Al escuchar esta teoría (me parece muy apropiada), se me ocurre pensar en la literatura proustiana. En cómo Marcel Proust "inventa" toda su literatura a partir de hechos vividos y escenarios en los que él estuvo. En cómo "inventa" lo que no sabe sobre personajes que conoció y en cómo obvia por completo algo tan importante como, por ejemplo, la existencia de su hermano. ¿Fue Marcel Proust un perturbado a causa de su "sueño" literario?

En Origen, además, hay una segunda vertiente. En la película, meterse en los sueños de otro puede tener dos funciones diferenciadas: extraer información o introducirla. Nolan nos sigue hablando aquí de las ficciones cinematográficas y literarias: o son descriptivas e intentan averiguar cómo vive la gente, o tratan de introducir ideas transformadoras, que cambien la vida de la gente.

jueves, 12 de diciembre de 2013




Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros en los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.



Venid, mofémonos del grande
que tenía tantos pesos en su mente
y tanto trabajaba y hasta tan tarde
para dejar detrás un monumento
que no pensó en el viento que arrasaba.

Venid, mofémonos del sabio;
con tanto calendario
donde fijar los ojos fatigados,
nunca vio cómo corrían las estaciones
y ahora está boquiabierto ante el sol.

Venid, mofémonos del bueno
que imaginó a la bondad alegre
y que enfermo de su soledad
podría proclamar un día festivo:
pero el viento sopló y ¿dónde están ahora?

Y luego, mofémonos de quien se mofa,
que ni una mano movería
para ayudar al bueno, al sabio, al grande,
para cerrar el paso a la vil tormenta, pues nosotros
traficamos en mofas.

martes, 10 de diciembre de 2013




En una sesión de evaluación,
en un instituto de secundaria cualquiera.
La turora de un grupo de primero
de ESO cuenta una anécdota.
Un alumno causa problemas en el centro.
La tutora llama por teléfono. Marca
uno de los números que figuran
en el expediente del alumno.
Nadie contesta. La tutora marca un segundo
número. Contesta un hombre.
Supuestamente el padre del alumno.
Dice el padre que no sabe nada
de "ese chico". Apenas lo ve.
Llame usted a su madre, que ella tiene la custodia.
Yo no quiero saber nada.

Otro alumno problemático.
Una bestia. Déspota. Maleducado.
Habla el psicólogo. Lo ha estado tratando.
El chico vive con los abuelos.
La madre no lo quiere con ella.
Del padre, ni se sabe.
El chico le cuenta al psicólogo
que el nuevo novio de su madre le trata mejor
que la propia madre.
No hay justicia en el mundo,
suele decirle el chico
al psicólogo.

Pobres chavales, exclama un profesor.









Cuando estés vieja y gris y soñolienta
y cabeceando ante la chimenea, toma este libro,
léelo lentamente y sueña con la suave mirada
y las sombras profundas que antes tenían tus ojos.

Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia
y con falso amor o de verdad amaron tu belleza,
pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina
y amó los sufrimientos de tu cambiante cara.

E inclinada ante las relumbrantes brasas
murmulla, un poco triste, cómo escapó el amor
y anduvo en las cimas de las altas montañas
y entre un montón de estrellas ocultó su rostro.

domingo, 8 de diciembre de 2013







A veces, la política, a grandes rasgos, es muy simple.

Niño: ¿Por qué todos quieren tanto a ese hombre moreno?

Madre: Se les llama "negros", hijo. Todos quieren a ese hombre negro porque hizo algo bien hecho.

Niño: ¿Qué hizo ese hombre negro?

Madre: Consiguió que los hombres negros, como él, pudieran entrar en los mismos sitios que los hombres blancos. Verás, hijo, antes había hombres blancos que creían ser mejores que los hombres negros.

Niño: ¿Y por qué era tan viejo cuando murió?

Madre: Porque cuando era niño se comía todo lo que le daba su mamá.
La editorial Intangible ha cerrado.
La de los libros que no se tocan.
Ahora más intangible que nunca.
Por falta de ventas.
Los lectores no han respondido,
dice el editor en una carta
muy sentida.

Uno de sus últimos libros
ha sido Rutinas y adicciones.
Ha estado poco más de un par de meses
a la venta. En los cuales no se ha vendido
ninguna descarga. Ningún ejemplar,
si se puede decir.

Rutinas y adicciones vuelve
al limbo de los libros no leídos.
Libros sin lectores. Letritas una detrás
de otra, palabras, frases, párrafos.
Sin un eco; vacíos.

Jack Kerouac, asísteme.

Qué ocurre con los libros virtuales
cuando desaparecen las editoriales.

El libro físico no deja de existir.
Se descataloga; pero continúa susceptible
de ser abierto y leído.

El libro virtual es como una lucecita
en una galaxia lejana
que finalmente se apaga.
Perdiendo toda esperanza.


miércoles, 4 de diciembre de 2013




Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.

Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.

Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón.

martes, 3 de diciembre de 2013




D. y yo nos hemos cruzado con el médico
que le salvó la vida hace unos tres años.
El tipo me ha reconocido. Nos hemos saludado
escuetamente, con un leve movimiento
de cabeza. Iba con su propio hijo.
Yo me he acordado de lo mucho que le agradecimos
lo que hizo con D. Nos contestó que sólo
era su trabajo, lo recuerdo perfectamente.

Verlo por la calle, sin su bata blanca,
me ha hecho pensar por un instante
que existe la gente que hace el bien
por sistema, y que esa gente anda
camuflada entre nosotros,
pasando desapercibida.

Ha sido solamente un instante.
Pronto he recobrado el pesimismo
reconfortante. Ese médico
no creo que se haya librado
de comportarse como un mezquino
en más de una ocasión.

D. y yo seguimos caminando
por una acera. De pronto mi hijo
me ha preguntado si quiero morirme.
Yo le he dicho que no. Entonces
él me ha dicho que me voy a morir
de todas formas. Y yo también,
ha dicho mi hijo.

Quién te ha contado todo eso,
le he preguntado. Nadie,
ha contestado, lo he pensado.



El vino entra en la boca
Y el amor entra en los ojos;
Esto es todo lo que en verdad conocemos
Antes de envejecer y morir.
Así llevo el vaso a mi boca,
Y te miro, y suspiro.



lunes, 2 de diciembre de 2013




El drama de José Morand es que él quería ser un duro de la literatura, un Kerouac de la vida que no traga con nada ni se queda con nadie, y al final le publican un ebook de ésos para leer en una pantallita y sólo se lo reseñan en esos blogs donde los comentarios terminan con "¡besote!" y cosas así.
Ya aviso que esta vez no importa la simpatía que te pueda despertar el narrador (a mí no demasiada, la verdad) porque te arrastra la corriente de una prosa distinta.

http://serendipia-monica.blogspot.com/2013/11/devuelveme-mi-noche-rota-de-jose-morand.html



Cuando vi por última vez
los redondos ojos verdes y los largos cuerpos sinuosos
de los negros leopardos de la luna,
las brujas hurañas, señoras nobilísimas,
con todo y sus escobas y sus lágrimas,
sus coléricas lágrimas, se fueron.
Se perdieron los sacros centauros de los montes;
sólo me queda el amargado sol.
La heroica madre luna se perdió en el destierro;
tengo cincuenta años, y ahora
he de sufrir la timidez del sol.
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