martes, 3 de diciembre de 2013




D. y yo nos hemos cruzado con el médico
que le salvó la vida hace unos tres años.
El tipo me ha reconocido. Nos hemos saludado
escuetamente, con un leve movimiento
de cabeza. Iba con su propio hijo.
Yo me he acordado de lo mucho que le agradecimos
lo que hizo con D. Nos contestó que sólo
era su trabajo, lo recuerdo perfectamente.

Verlo por la calle, sin su bata blanca,
me ha hecho pensar por un instante
que existe la gente que hace el bien
por sistema, y que esa gente anda
camuflada entre nosotros,
pasando desapercibida.

Ha sido solamente un instante.
Pronto he recobrado el pesimismo
reconfortante. Ese médico
no creo que se haya librado
de comportarse como un mezquino
en más de una ocasión.

D. y yo seguimos caminando
por una acera. De pronto mi hijo
me ha preguntado si quiero morirme.
Yo le he dicho que no. Entonces
él me ha dicho que me voy a morir
de todas formas. Y yo también,
ha dicho mi hijo.

Quién te ha contado todo eso,
le he preguntado. Nadie,
ha contestado, lo he pensado.

3 comentarios:

  1. Ese médico
    no creo que se haya librado
    de comportarse como un mezquino
    en más de una ocasión.


    Ese comentario es el que caracteriza al pesimista nato

    ResponderEliminar
  2. es solamente una pose; en realidad, me ha emocionado encontrarme con aquel tipo admirable

    ResponderEliminar

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.