miércoles, 16 de febrero de 2022

El rostro al descubierto de la chica ciega

Hace meses íbamos andando, camino de alguna parte. Silvina se había adelantado con uno de los niños. Yo iba rezagado. De pronto, ella vino hacia mí algo nerviosa. Me dijo que no entendía lo que le había pasado. Una chica la había abordado. Quería cogerle la mano para cruzar la calle. Quizá es ciega, dije. No parece que tenga problemas de vista, dijo Silvina, un poco contrariada. La chica se había quedado en una acera, mirando alrededor, como si esperara a alguien. Es ésa, dijo Silvina. Nos acercamos a la chica y conmigo sucedió lo mismo. La chica me dijo si podía cogerme la mano para cruzar. Le di la mano. Silvina se disculpó, antes no la había entendido. Le dijimos si necesitaba que la acompañáramos hasta alguna parte. La chica se negó y siguió caminando ella sola, pegada a la fachada de los edificios. Desde entonces, me encuentro a esa chica bastante a menudo. Siempre en la misma calle, en la misma posición, esperando que se le acerque alguien para cruzar la calle. Yo diría que siempre me cruzo con ella el mismo día de la semana, a la misma hora. De alguna manera, ha de recorrer el mismo tramo ese día a esa hora. Y ha de hacerlo ella sola. Seguramente se sabe el trayecto de memoria y se para en el mismo punto, ante la amenaza del tráfico automovilístico. Hoy, por primera vez, no llevaba una mascarilla cubriéndole el rostro. Ver por primera vez su rostro me ha sorprendido. No suele pasarme. Generalmente no me sorprende ver por primera vez a alguien sin mascarilla. Suelo imaginar la parte del rostro cubierta con una mascarilla con notable habilidad. Aunque se trate de alguien cuyo rostro no haya visto previamente de otra manera. De pronto se descubren la cara y son más o menos como yo los había imaginado. 

sábado, 12 de febrero de 2022





 

El final de la mascarilla

Han instalado relojes en las aulas. Para que los profesores no consultemos la hora en nuestros móviles y no demos mal ejemplo. El problema es que los alumnos no saben leer la hora según la posición de las barillas del reloj. Algunos se niegan a aprender porque ésos son relojes de viejos. Entre viejos y jóvenes anda la cosa. De momento, el teléfono móvil impera en las aulas, como fuera de ellas. Yo lo llevo en el bolsillo izquierdo. Noto una pequeña vibración cada vez que recibo un correo o un mensaje. Esta vez era un mensaje de dirección; lo leí delante de los alumnos, sin ningún pudor. He de deciros algo. A partir de mañana, en tiempo de patio, en el exterior, no estaréis obligados a llevar mascarilla. 

lunes, 7 de febrero de 2022











 

Apocalipsis

Un compañero de trabajo me ha recomendado un serial televisivo sobre una ficción apocalíptica. Una gripe mortal provoca la extinción de gran parte de la humanidad. ¿No hemos tenido suficiente? En clase, los alumnos de bachillerato tienen un examen de lengua castellana. Para la prueba, han de aprenderse el significado de una serie de vocablos. Entre ellos, el adjetivo "apocalíptico". Vamos a intentar abstraernos, les cuento. Intentaremos dibujar por un punto A una recta perpendicular a la recta r, según sus vistas diédricas. No es fácil cuando no se cumple el "Teorema de las tres perpendiculares". En el serial, en plena pandemia mortal, nadie lleva una mísera mascarilla. Cuando mis alumnos salen del aula, camino de su examen de lengua castellana, les digo que: Vivimos en un tiempo apocalíptico. Me producen una cierta ternura con su actitud solícita hacia los estudios de secundaria. 

viernes, 4 de febrero de 2022

 Nos acostamos dándonos la espalda. Las cortinas

suben y bajan

como el pecho de alguien que duerme.

El viento mueve las hojas del viejo boj,

mostrando sus claros reversos

al dar la vuelta todas a la vez

como un banco de peces.

De pronto, comprendo que soy feliz.

Durante meses este sentimiento

se ha estado acercando, ha permanecido

en breves visitas como un tímido pretendiente.

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