miércoles, 19 de agosto de 2015




50

Tres semanas antes. Mariano Rajoy tiene que fotografiarse nadando en las aguas del río Umia, en la provincia de Pontevedra. No hay escapatoria. Cuando se lo comunican, esto es lo primero que dice: En el trozo donde tengo que nadar, ¿cubre?
49

Medio mes después. Blayo Piñata tiene ya unas ganas locas de que finalice el verano. Está harto de perseguir a la Reina por todos los festivales indies del territorio nacional. En efecto, la Reina sale de incógnito, ora disfrazada de clubber, ora de otaku o, sencillamente, de choni poligonera.

Blayo Piñata está hasta las narices de las barbitas postizas que se tiene que poner para cambiar de aspecto cada noche y que la Reina no se sienta vigilada. Le producen un sofoco insoportable.

El peor fue el maldito Arenal Sound Festival, en Burriana. La Reina, en mitad de una tormenta, pareció volverse loca y comenzó a deslizarse por una riada de lluvia y porquería, llenándose de fango y emitiendo sonoras carcajadas. Decía la Reina sentirse liberada al lanzarse de cabeza al barro. Aquella noche fatídica Blayo Piñata no supo verdaderamente qué hacer. Decidió seguir a la Reina de cerca, no fuera a ahogarse. Blayo Piñata trató de mantenerse a poca distancia de la Reina; pero fue golpeado por el canto de una tienda de campaña y comenzó a tragar agua cuando un veinteañero borracho le cogió por los pies y le arrastró por el fango simulando arrastrar una carretilla o algo parecido.

Finalmente, no incluyó en el informe que tenía que presentar al día siguiente todas las humillaciones padecidas. Se limitó a escribir que la Reina y él habían sufrido un ligero contratiempo a causa de la lluvia. Pero que, sin duda, la Reina se lo había pasado muy bien.

martes, 11 de agosto de 2015

48

Cuatro o cinco días antes. Jorge Fernández Díaz se reune en su despacho con Rodrigo Rato y no hablan de si la Guardia Civil está investigando al exvicepresidente o si la Policía persigue el rastro de su presunto blanqueo de capitales en el extranjero. No les interesa mantener una conversación en la sede del Ministerio de Interior sobre temas coyunturales. Su amistad está por encima de estas cosas. Jorge ha citado a Rodrigo en su despacho simplemente por tener un poquito de intimidad. Su conversación transcurre más o menos así:

Qué pasa quinqui, dice Jorge Fernández Díaz. Y muestra a Rodrigo el puño derecho cerrado, para que su amigo le choque los nudillos.

Hola, piltrafilla, dice Rodrigo Rato. ¿Mucho curro?

Qué va, Rodri, ya sabes, me paso las horas tocándome los güevos. Como tú. (Ambos ríen, congraciados.)

Y la Chusa, cómo va el meneo con ella, dice Rodrigo Rato.

Dabuten. Ya sabes cómo son las tías. Les metes un poco de guita en la tarjeta y no dicen ni pío.

Por cierto, a ver cuándo organizamos una buena.

Tranqui, tronco, dice Jorge Fernández Díaz. Que no tengo la picha para farolillos.

Eres un cagarri.

¿Te acuerdas de las que organizábamos en la Joy?, dice Jorge Fernández Díaz.

Buah, éramos los putos amos.

Traíamos locas a todas las pibitas.

Sí, dice Rodrigo Rato, lo dábamos todo. Podíamos estar toda la noche de picos pardos y, luego, de buena mañana, a misa, como si no hubiera pasado nada. (Ambos ríen, congraciados.)

Me acuerdo de la cara de bueno que ponías tú, después de haberte bebido hasta el agua de los floreros. Ay, qué risa. Todavía me parto.

Sí, tío, había que disimular.

Y la que montamos en la boda de tu hermana con el torero. Qué tiempos.

Sí, qué tiempos. Mírate ahora, todo formalito, dice Rodrigo Rato.

Es lo que toca, canijo, dice Jorge Fernández Díaz. Eh, te dejo, que a las once y media vienen a hacerme las uñas.

Okey, petardo, hablamos otro rato.

Un beso, maricón.

lunes, 3 de agosto de 2015

47

Una semana antes. Fátima Báñez ha sido designada para rastrear en la militancia del partido a los individuos de ambos sexos que tengan, como así le dijo el mísmísimo Mariano Rajoy, un físico agradable a la vista. En efecto, se reunió unas horas antes el propio Mariano Rajoy con Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, Rafael Hernando, Jorge Fernández Díaz y Jose Manuel García-Margallo.

Qué quieres de nosotros, presidente, dijeron el portavoz y los ministros.

Somos feos, dijo Mariano Rajoy.

Y qué pasa, dijo García-Margallo.

Cómo que y qué pasa, dijo Rajoy. ¿No te has fijado en los representantes de los demás partidos?, todos son guapos. Tenemos que hacer algo. Tenemos que tener un plan, un programa, que nos ponga a la altura de los demás partidos.

¿Pretendes que nos operemos la cara?, dijo Rafael Hernando.

Cuando yo era joven tenía mucho éxito con las chicas de mi edad, dijo Luis de Guindos.

Vamos, Luis, admitámoslo, dijo Cristóbal Montoro.

¿A quién designamos para reclutar guapos?, dijo Rajoy.

A Maria Dolores, sin duda. Para algo fue Miss Albacete, dijo Jorge Fernández Díaz.

Yo prefiero a Fátima, la veo menos sibilina, dijo García-Margallo.

Votemos, dijo Rajoy.

Así salió elegida Fátima Báñez para llevar a cabo el llamado Plan de Lifting Nacional; por el que serán elegidos diez militantes guapos y guapas, para representar al partido en las tertulias televisivas.

El problema es que el que más le gusta a Fátima Báñez es de otro partido. A Fátima Báñez le gusta, por encima de todos los demás, Alberto Garzón. De manera que, en el Congreso de los Diputados, en la hora del almuerzo, Fátima Báñez se acerca al escaño de Alberto Garzón (vacío a esa hora) y le deja una notita manuscrita que reza: Te quiero en mi partido. Con un corazoncito dibujado.

Garzón vuelve a su sitio después de almorzar. Se encuentra el papelito. Lo lee. No puede ser. Mira a su alrededor. ¿Ha entrado en el Congreso, de estranjis, para dejarle esta nota? ¿Será verdad que está Pablo por ahí? Alberto Garzón vuelve a leer la notita. Deja escapar una sonrisa.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.