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miércoles, 30 de abril de 2014




El hombre que nunca has visto
es el que te sostiene en la lucha;
ése que llegará
algún día.
No está afuera en las calles o
en los edificios, o en los
estadios.
O si se encuentra allí
me lo perdí, de algún modo.
Él no es uno de nuestros presidentes,
hombres de estado o actores.
Me pregunto dónde encontrarlo.
Camino por las calles,
paso por kioscos y hospitales,
teatros y cines, cafés.
Me pregunto si él está en esos lugares.
He buscado casi medio siglo
y no lo he visto.
Un hombre vivo, verdaderamente vivo,
que cuando baje sus manos,
después de encender un cigarrillo,
veas sus ojos
como los ojos de un tigre mirando el pasado
contra el viento.
En ese momento, cuando las manos se bajan,
la mirada del hombre
permanece
siempre, siempre.
Pronto será demasiado tarde para mí,
habré vivido una vida
repleta de kioscos, gatos, sábanas, saliva,
diarios, mujeres, puertas y otras cosas.
Pero en ningún lado
un hombre realmente vivo.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Coincidimos en un piso de estudiantes a mediados de los noventa. Era feo y alegre. Yo guapo y triste. Le gustaba el Real Madrid y jugar a las cartas. Siempre jugaba a las cartas. Fumaba mucho. Gran nariz. Su jovialidad y mi decaimiento no congeniaron. Su deformidad y mi apostura no congeniaron. Yo luego me puse a estudiar oposiciones. Mucho tiempo estudiando oposiciones. Su familia era notablemente influyente. Mi familia no lo era. No pudo terminar sus estudios. Se pasaba el tiempo con la cartas, ya lo he dicho. Era un vago. Yo muy trabajador. Ni siquiera le gustaba leer. Yo estudiaba a Bukowski. Todo Bukowski, de cabo a rabo. Le gustaba Mecano. Mecano arriba y abajo, a todas horas. Yo escuchaba a John Cale. Ojo, no el de la Velvet. El otro, el cutre. El country. Puto Bukowski. Me encanta Bukowski. Me gusta mucho decir "Puto Bukowski". Puto Bukowski. Puto Bukowski. Putobukowski. Ups. Se me juntan las palabras. Me gusta. Queda guay. Putobukowski. Putobukowski. Putobukowski. Bukowski come de mi mano. Sigo: me fui a trabajar lejos. Dejamos de vernos. Nos hemos saludado algunas veces. Se puso a trabajar en Canal 9, por enchufe. Me fastidiaba un poco que hubiese conseguido ese empleo de ese modo. No hizo nada para merecerlo. Tiene mi edad. Dos hijas. Media vida trabajando en Canal 9. De administrativo, creo. O directivo. A saber. Puto Bukowski. Putobukowski. Putobukowski. Putobukowski.


viernes, 21 de diciembre de 2012



Youtube. YouTube. Yutub.

Busco en YouTube vídeos de Nabokov. Para oírle hablar. A ver si hay alguna entrevista o algo. Voilà. Una entrevista para una tele francesa, de una hora, subtitulada en castellano. Un Nabokov ya viejo contesta en perfecto francés al entrevistador. Al parecer, el escritor dominaba tres lenguas: la suya materna (el ruso, aunque dice haber aprendido antes a hablar inglés que ruso), el inglés (idioma que lo encumbra en los Estados Unidos) y, al parecer, el francés (el tipo fue criado por una institutriz suiza, creo haber entendido). Del francés dice que no sabe doblegarlo a su antojo. Desde luego, las otras dos lenguas le permiten todo tipo de contorsiones. (En la entrevista, Nabokov admite que con el idioma inglés matiza mejor las descripciones; es el idioma más rico en posibilidades, según su opinión.)

Me trago media hora de aburrida entrevista; en la que un par de entrevistadores franceses le hacen la ola al ruso. (Debía imponer, el tipo: su singularidad, su genio, esos aires de intelectual refinado y huidizo, su devastadora ironía.) (Pero, sobre todo, su obra, sus novelas míticas, sus memorias y conferencias.)

El tipo habla de su época de profesor de literatura rusa en Cornell. Dice que al empezar a impartir clases se dio cuenta de su ineptitud para hablar en público; dice que por ese motivo empezó a escribir sus famosas conferencias sobre literatura, que se limitaba a leer en las aulas a sus alumnos, evitando cualquier improvisación. Así era Nabokov. Debió ser un tipo tan obsesivo que era incapaz de admitir cualquier eventualidad. Todo bajo control, perfectamente calculado; inclusive, lo impartido en un aula.

En la entrevista que estoy viendo Nabokov parece leer las respuestas que da. Me fijo al escucharle confesar que guionizaba sus clases. En efecto, el tipo lee sus respuestas, brillantes, ocurrentes, inteligentísimas. El entrevistador formula una cuestión y Nabokov lee. Debió ser una condición para dejarse entrevistar. Todo bien atado, las respuestas calculadas y cuidadosamente escenografiadas.

Curiosamente, en la lista de documentos afines, en el lateral derecho de la pantalla del ordenador, aparece un vídeo de Charles Bukowski. Cuando me aburro de Nabokov le doy al vídeo de Bukowski. Un documental de hora y media, nada menos. El personaje que se creó el viejo Hank, desde luego, difiere mucho de Nabokov. A Bukowski no le cuesta improvisar. En cualquier entrevista o recital aparece amorrado a una botella, desbarrando y soltando sandeces. De alguna manera, Nabokov y Bukowski suponen dos estereotipos radicalmente contrapuestos. Digamos, la complejidad máxima, hipercalculada, incapaz de permitir que nada suceda por azar, frente a la simplicidad total, el payaso de vuelta de todo, supersentimental, dejándose vapulear por todos. Habéis llegado tarde, dice Bukowski, queréis que os hable de sexo y alcohol y tengo ganas de enviaros a la mierda. Los focos, la fama, el público, como dice Bukowski, llegaron tarde. Sin embargo, el escritor no se privó de representar su papel, el papel que todo el mundo esperaba de él. El borracho irreverente.

Quince minutos son suficientes. Al ver a Bukowski me acuerdo de Dovlátov. ¿Habrá cosas de Dovlátov en YouTube? Las hay. Pocas y en ruso, sin subtitular. Veo un vídeo que parece la grabación de una comida familiar. Este tipo, pienso, tiene una mirada muy franca. Tenía un físico grande y fuerte (medía, al parecer, más de dos metros). No obstante, manifiesta una gran fragilidad. El vídeo dura muy poco, tres o cuatro minutos. Sin puestas en escena, sin máscaras de intelectual perverso o de borracho díscolo. Una simple comida familiar. Un tipo honesto (al menos, en apariencia) diciendo algo en ruso. Tal vez, si Dovlátov se hubiese expuesto más no me parecería lo mismo. La franqueza gana, es lo que pienso. Hay algo imbatible en esa mirada, en esa actitud sin coartadas.




lunes, 9 de enero de 2012

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Siempre me ha gustado esta teoría del pájaro azul. He leído otras versiones; inclusive he escuchado un recitado, en inglés, del mismísimo Charles Bukowski, en youtube, acompañando una grabación del escritor paseando por las calles de Los Ángeles. Un psiquiatra lo llamaría "manía depresiva" o "bipolaridad", o algo parecido. Le recetaría al tipo un medicamento y le diría que pensase en otra cosa; que hiciese un poco de deporte y no bebiese tanto alcohol. En lugar de eso, Hank escribió un delicioso poema. Esta historia me recuerda algo que está sucediendo en estos momentos por aquí cerca. Uno de mis alumnos ha sido diagnosticado como "hiperactivo". Un chaval inquieto, vamos. Van a medicarlo, su padre está de acuerdo. El propio padre dice que con el fármaco su hijo no parece la misma persona; anda adormecido todo el tiempo, mientras sufre los efectos sedantes de la medicina. Estuve tentado de decirle a ese padre que eludiera tratar a su hijo con medicinas; solamente me parece un chico un poco inquieto, nada grave. Pero no me atreví a contradecir las opiniones de un psicólogo. Pronto tendremos en clase a un nuevo individuo; un chico tranquilo y sedado, menos molesto que antes, por cierto.



hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que esté ahí dentro.

hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres
mis obras?
¿es que quieres que se hundan las ventas de mis libros
en Europa?

hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas
triste.

luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?
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