martes, 2 de mayo de 2017






De las ruinas de Uncle Tupelo Jeff Tweedy se llevó el brillo y formó Wilco. En la medida de lo posible Wilco pretende colocarse en el centro de la diana, equidistante de cualquiera de los parámetros de la música popular.

Jay Farrar siguió en la senda de la música tradicional americana. Asentado en eso que algunos llaman las raíces.

La fórmula de Wilco se agota. Es imposible, en un momento determinado, contentar a todos.

Wilco hizo músculo cargado de esteroides en el cambio de milenio, más o menos. Era deslumbrante. Pintaba de modo inmejorable; lo hacía todo bien. Inclusive, parecía tener vida interior. Tweedy es el frontman ideal. Ni muy guapo ni demasiado feo. El desaliño perfecto, la desgana justa, la astenia calculada con tiralíneas.

En su momento, no hice mucho caso de Son Volt. Dentro del tradicionalismo norteamericano había muchas más opciones, mucho más excéntricas. Todos los alias de Will Oldham. Lambchop. Vic Chesnutt. Farrar parecía demasiado anclado en el rock americano de los ochenta.

Puede que siga ahí. En el inmovilismo de la canción rock, pop, country, blues, o lo que sea. A mí hay ahora una tonada que me vuelve loco, como hacía mucho tiempo que no me sucedía. Se titula Back Against The Wall.

Echo de menos ser joven.

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