sábado, 8 de octubre de 2022

Rafael Chirbes

Los diarios de Rafael Chirbes son un ejemplo de lo que guarda en la recámara un buen escritor de ficción. La escritura diaria, íntima, funciona como el negativo de lo que el escritor publica periódicamente como figura pública, bajo los códigos de la ficción novelesca. Algo parecido sucedió con Julio Ramón Ribeyro. En Ribeyro, además, esa escritura para sí, personal, con la perspectiva del tiempo, ha desplazado la obra de ficción. De manera que hoy a Ribeyro se le sigue leyendo en sus diarios, no tanto en sus ficciones. No sé si sucederá lo mismo con Chirbes. ¿Qué ha querido apartar Chirbes en la escritura diarista? ¿Por qué no publicar volúmenes cada ciertos años, conforme se van escribiendo como, por ejemplo, Andrés Trapiello? Chirbes parece guardarse para sí una sexualidad rabiosa, vivida con no pocas turbulencias, y una posición profundamente incómoda, solitaria, en el contexto literario de su entorno; a pesar de tratarse de un escritor de éxito. Como Chateaubriand, podemos pensar que Chirbes se guardó para la ultratumba lo que escribió "A ratos perdidos".


Annie Ernaux ha sido premiada con el Nobel. A la escritora francesa se la está tildando, estos días, de escritora valiente. Su proyecto literario es comparable al memorialismo de Chirbes o Ribeyro, pero a cara descubierta y sobre la marcha. ¿Cómo fue capaz de manetener el foco después de una primera publicación? ¿Cómo gestionar las imbricaciones que se producen, inevitablemente, entre lo que se va escribiendo, la literatura, y la vida? 


¿Aprendiendo a mentir? Todavía estoy tratando de digerir lo que hizo André Malraux en sus "Antimemorias"... 

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