miércoles, 19 de agosto de 2015

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Medio mes después. Blayo Piñata tiene ya unas ganas locas de que finalice el verano. Está harto de perseguir a la Reina por todos los festivales indies del territorio nacional. En efecto, la Reina sale de incógnito, ora disfrazada de clubber, ora de otaku o, sencillamente, de choni poligonera.

Blayo Piñata está hasta las narices de las barbitas postizas que se tiene que poner para cambiar de aspecto cada noche y que la Reina no se sienta vigilada. Le producen un sofoco insoportable.

El peor fue el maldito Arenal Sound Festival, en Burriana. La Reina, en mitad de una tormenta, pareció volverse loca y comenzó a deslizarse por una riada de lluvia y porquería, llenándose de fango y emitiendo sonoras carcajadas. Decía la Reina sentirse liberada al lanzarse de cabeza al barro. Aquella noche fatídica Blayo Piñata no supo verdaderamente qué hacer. Decidió seguir a la Reina de cerca, no fuera a ahogarse. Blayo Piñata trató de mantenerse a poca distancia de la Reina; pero fue golpeado por el canto de una tienda de campaña y comenzó a tragar agua cuando un veinteañero borracho le cogió por los pies y le arrastró por el fango simulando arrastrar una carretilla o algo parecido.

Finalmente, no incluyó en el informe que tenía que presentar al día siguiente todas las humillaciones padecidas. Se limitó a escribir que la Reina y él habían sufrido un ligero contratiempo a causa de la lluvia. Pero que, sin duda, la Reina se lo había pasado muy bien.

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