miércoles, 22 de enero de 2014

Ya poseemos
casi todo
lo que nos iba
a hacer felices.
Puede decirse
que lo hemos
conseguido.

Ya está.

Ahora solo
nos queda
comprobar
hasta qué punto
fuimos sinceros
con nosotros
mismos.



4 comentarios:

  1. Me gusta Carmelo, pero la felicidad siempre es un asunto sobrevenido y como tal se percibe a posteriori, cuando se pierde

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  2. en el poema, creo, lo de menos es la felicidad; lo que importa es el interrogante: fuimos sinceros?

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    1. Sí, estoy de acuerdo, pero...(ser sinceros tampoco garantiza nada en dicho asunto, y vuelta a mi opinión sobre la felicidad la la la la)

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    2. A mi, al contrario, me parece que precisamente lo que más difícil resulta asumir del poema es el asunto, ese, de la sinceridad. Porque un día se quiere una cosa y al día siguiente, otra. Y no se puede ser sincero o dejar de serlo -como apunta Lansky- en relación con los deseos ¡tan coyunturales por su misma esencia!. Máxime con los deseos de juventud, que parece ser que son a los que está aludiendo Carmelo.

      El que de verdad me ha encantado es el del columpio.

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