rodar ligero con siempre capacidad de estrella,
con esa alegre generosidad del lucero
que ni siquiera pide un mar en que doblarse.
Todo es sorpresa. El mundo destellando
siente que un mar de pronto está desnudo, trémulo,
que es ese pecho enfebrecido y ávido
que sólo pide el brillo de la luz.
La creación riela. La dicha sosegada
transcurre como un placer que nunca llega al colmo,
como esa rápida ascensión del amor
donde el viento se ciñe a las frentes más ciegas.
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La foto acariciando al perro seguro casi que está hecha en el hotelito de la colonia madrileña donde vivió el poeta y que la alcaldía no quiso recuperar para museo.
ResponderEliminarQué sensación.
ResponderEliminarnadie escribe como Aleixandre de esas cosas: sentimientos, sensaciones, de nada en concreto... de ese modo enrevesado y barroco, alegre y angustiado a la vez...
ResponderEliminarhay un escritor actual que me lo recuerda, curiosamente: Eloy Tizón
si hubiesen hecho el museo no me hubiese importado pagar por visitarlo
un saludo
El nuevo libro de Tizón es una gozada. Tan bueno como "Velocidad de los jardines" al que llegué gracias a ti o a Lans, ya no recuerdo. Para mí tiene más mérito escribir de esa manera en prosa que en poesía.
ResponderEliminarsi no lo tienes ya, pídete para los Reyes Magos otro librito suyo de cuentos titulado Parpadeos
ResponderEliminara mí Velocidad de los jardines me gustó mucho porque me descubrió al autor... pero tienes razón en que mantiene el nivel o lo supera en las entregas posteriores
saludos