
Lo han quemado todo.
La Iglesia. La Escuela.
El Ayuntamiento.
Todo.
Hasta la hierba.
Incluso,
junto con el cementerio, el humo
tierno de la chimenea
del horno.
Indemne,
amanece sola la arena
y el agua: el agua que hace temblar
mi voz, y refleja
la desolación de un grito
sin origen.
La gente
no sabes ya dónde está.
Quemada hasta la taberna.
Hasta el autocar.
Todo.
No queda ni tan siquiera el luto,
ni el gris, para esperar la solitaria
(inexistente) palabra.
Caproni, nada, ni dea casi, de Passolini, bueno, me gusta mucho más su literatura que su cine.
ResponderEliminarEs muy muy bonito.
ResponderEliminarfue un poeta realista, del "yo", pero nada exaltado, más bien discreto, silencioso, sencillo, anti-barroco... no sé más
ResponderEliminarha sido editado recientemente por Pre-Textos