jueves, 27 de diciembre de 2012




Bret Easton Ellis tiene pinta de haber recibido muchas hostias siendo niño. Se está vengando. Era el empollón de la clase, amanerado y siempre por ahí con unos pantaloncitos cortos muy cursis. Los machorros de la clase le pegaban en el patio del colegio y a la salida. Sus padres se lo daban todo pero no le querían. No recibió afecto. El mundo ha hecho de él un tremendo cínico. Y de eso, del cinismo, Bret Easton Ellis es todo un campeón.

Javier Morant acaba la lectura de Lunar Park con una sensación ambigua. Todo el libro es una metáfora freudiana (bastante facilona, por cierto) sobre el escritor y sus fantasmas, sobre el rédito a pagar por esa venganza del mundo a través de la escritura, y la necesidad de pagarlo para seguir adelante y continuar escribiendo. Se lee fácil. Bret Easton Ellis escribe fluido. Pero Javier Morant opina que un libro así debería doler. Y no duele. Solamente entretiene.

La clave del libro, y tal vez de toda la literatura de Bret Easton Ellis, es la necesidad de darle espectáculo al pueblo. Un espectáculo hueco, una pirotécnia sanguinolenta que se quiere símbolo de algo (de la violencia latente en las sociedades opulentas, de lo corrupto en el modo de vida americano, lo que sea); de manera que Bret Easton Ellis, supuestamente, ejerce la crítica desde dentro. ¿Es esto posible? ¿Es posible seguir siendo uno de los Rolling Stones cuando ya sólo eres un viejete adinerado que tiene que representar funcionarialmente un papel para mantener la fortuna? ¿Qué nos está queriendo decir Bret Easton Ellis con sus ficciones? ¿Que las clases altas no tienen moral? ¿Que él mismo no tiene principios? ¿Para qué seguir con todo ese espectáculo cínico, corrosivo y explícito? Y, sin embargo, quién sino Bret Easton Ellis para burlarse de las clases adineradas norteamericanas, de sus excesos y sus vicios y la violencia contenida en ellos.

Marcel Proust, como Bret Easton Ellis, fue un representante de las clases altas de su época. Aquí empieza y acaba toda comparación posible entre los dos escritores. Tal vez, si hay algo que recriminarle a Proust es determinada complacencia en lo que respecta a su origen y su entorno en la infancia y la adolescencia. Proust describe muy bien la comodidad de los salones, los paseos y juegos amorosos. Si Marcel Proust destapa la decadencia de su clase no es por, digamos, conciencia social. Proust, en su confortable trono de hijo de papá, simplemente ignora a los más desfavorecidos. No son su problema. Marcel Proust llega al territorio de la crítica por una vía alternativa (no es, ni mucho menos, un negador); es alguien que somatiza los desórdenes de su clase. Proust es un tipo que enferma de tristeza y se aísla. Su literatura es el recorrido de un laberinto del que el escritor no es capaz de escapar. Culparle de su falta de rebeldía sería absurdo. Su decaimiento es más profundo. De nuevo, Javier Morant ha encontrado un nuevo vocablo para resumir la literatura de Proust. Esta literatura trata, según Javier Morant, sobre la enfermedad de Marcel Proust. En ella, Marcel Proust asume toda la carga de ser quien es, toma conciencia y supura el dolor de la lacra.

Javier Morant ha elegido leer Lunar Park, de Bret Easton Ellis, por puro entretenimiento. Una novelita en clave pop, ligera, que compense el peso de En busca del tiempo perdido. Tal vez se haya equivocado; Bret Easton Ellis no es un autor cualquiera. Bret Easton Ellis y Marcel Proust son dos pijos que toman caminos en cierto sentido contrapuestos. El ruido frente al silencio. El éxito contra la soledad.

2 comentarios:

  1. HAY UN TÓPICO: LOS MATONES, LOS EXITOSOSOS INFANTILES SON LUEGOS LOS LOOSER, Y LOS PERSEGUDIOS LOS DE ÉXITO ADULTO; NO SIEMPRE.

    Perdón por las mayúsculas, no me he dado cuenta hasta ahora.

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  2. no me refería a eso, lans, Easton Ellis no se está vengando (si es que se está vengando) a través del éxito, sino a través de sus ficciones, de las pavadas que cuenta en sus libros...

    por otro lado, tampoco se deduce que haya sido "maltratado" porque ahora sea un tipo exitoso, sino porque tiene ese aspecto, tiene (a mi modo de ver) el aspecto de haber sido el empollón que soporta las bromas de los malotes de la clase... por otra parte, él mismo confiesa que su padre era un tipo despiadado y violento (el modelo para el personaje principal de American Psicho, al parecer)

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