miércoles, 9 de mayo de 2012
El silencio metafísico de Samuel Beckett. Religioso, moderno. Muro de silencio. Superficie monocromática, introspectiva, vacía de contenido. Lápida gris, sin distinciones. Soledad absoluta, estética e intelectual. La muerte como tema único. Como única alternativa. Paisaje vasto, oscuro. La espera perpetua. El destino insondable de la muerte, su misterio. Samuel Beckett, Mark Rothko. La modernidad.
El ruido abstracto de David Markson. Cultural, postmoderno. Hombre-anuncio, multietiquetado. Referencialidad infinita, contradictoria y banal. Vaciada igualmente de contenido. Lo que en Beckett era un lugar único, constreñido e innombrable, en Markson se convierte en una multiplicidad total de localizaciones; esto es, Markson pretende representar al mismo tiempo todos los sitios considerados culturalmente significativos. La amante de Wittgenstein está absolutamente sola; no obstante continuamente se mueve por el mundo, vive en el interior de las más importantes pinacotecas y se alimenta de sus residuos culturales. Calienta su cuerpo quemando los cuadros, restos de la cultura extinta. El simbolismo de David Markson es igualmente desesperanzador. Su protagonista es un ser poblado de referencias, pero no le sirven para nada; su movimiento constante no le lleva a ningún lugar en concreto. En Markson la soledad del personaje no puede ser ya metafísica, sino llena de voces. No hay espera, sino dispersión, esquizofrenia e hiperactividad. David Markson promueve un aullido residual; esto es, una especie de silencio extravertido. Convierte la oscuridad beckettiana en una luminosidad total, cegadora e igualmente insoportable.
Yo creo por lo tanto que la figura de David Markson es parangonable con la de Samuel Beckett. Del mismo modo que la de W. G. Sebald lo es con la de Marcel Proust. Sebald es el narrador torrencial, infinito, líquido. Markson es sincopado, seco, incorrecto y huidizo. Sebald promueve continuidad, ligazón; sus relatos parecen estirar de un hilo que no se acaba nunca. Markson, al contrario, quiebra sus referencias, las traiciona, las deforma hasta el absurdo. Las hace irreconocibles.
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W. G. Sebald
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con que "Muro de silencio"
ResponderEliminarMira lo que decía Hegel:
"Una pared se lee mejor en sueños" (Fenomenología del espíritu)
A mi me gusta más Sebald que Beckett y me gusta más Proust que Sebald, pero sólo a veces.
ResponderEliminarEn cuanto a Giacometti...promovía la anorexía y el paso caminero (es broma, claro. lo de arriba no tanto)
Giacometti era un humorista de primera
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