Espero que alguien tenga un sitio reservado para Elmore Leonard en el parnaso de escritores de novela negra, formando un triunvirato junto a Hammett y Chandler. A mí al menos me tiene absolutamente fascinado, con su galería de personajes bizarros y situaciones absurdas. De él se dice que tiene una prosa adictiva y que define el estilo Tarantino y cosas parecidas. Yo creo que es evidente que está a la altura de sus maestros; es decir, como aquellos trasciende el entretenimiento, se ciñe a veces a los cánones del género, se siente cómodo en ellos, y otras veces se adentra en otros territorios (los de la ficción histórica, por ejemplo, o el western, género que lo descubrió como novelista). Como Hammett, el estilo de Leonard se basa en los diálogos; tal vez por ello es especialmente susceptible de ser adaptado al cine (hay excelentes ejemplos, Tarantino inclusive, recientemente un serial televisivo). A veces uno tiene la sensación de estar leyendo literatura basura, novelitas intrascendentes, banalidades pop; no obstante no creo que haya nadie capaz de escribir con tan notable agilidad, es decir, cuyos particulares delirios se plasmen con una nitidez tan cristalina. Alguna vez yo lo he comparado con Juan Carlos Onetti; en el sentido de que Onetti utiliza la ficción para ilustrar actitudes, como evasión y como máscara. Cuando leo a Leonard imagino a un Onetti en clave pop; un surrealista comiquero, que se divierte deformando a su antojo las tramas y los arquetipos del género negro. Un artista disfrazado de entertainer. Tal vez Leonard haya escrito demasiado, o demasiado deprisa; ello produce una apariencia industrial, de cosa poco reflexiva, mal acabada, de consumo rápido o, ya lo he dicho, banal. Puede que sea una mierda. Pero no se me ocurre una escritura más joven en un tipo que debe ya tener más de ochenta años.