lunes, 5 de diciembre de 2011
Un exalumno sale en la tele. Lo he visto en un realiti. Me ha costado un poco reconocerlo; pero no hay duda. Ha pasado tiempo, varios lustros, no obstante no ha sido difícil reconocerle el careto; no ha cambiado mucho de cuello para arriba. El resto del cuerpo, supertatuado e hiperhormonado, no parece el de aquel adolescente flacucho que yo conocí. En otra ocasión un concursante de otro realiti había sido alumno de mi instituto, pero no mío. Impresiona más si uno ha soportado durante uno o más años el descaro y las malas formas del concursante en cuestión. Concretamente éste al que me refiero se hacía notar; ya reunía entonces los requisitos indispensables para triunfar en realitis: desparpajo, buena voz para gritar y discutir, mala educación o lo que así se suele llamar (recuerdo que era un individuo de insulto fácil), gusto por los aditamentos varios (la ropa muy vistosa, las zapatillas de deporte barrocas, mucho color, piercings y, ahora, por lo que veo en la tele, tatuajes, muchos tatuajes, y bultos en el cuerpo provocados por la química y las prácticas de los gimnasios), un primor. No creo que se acuerde de mí; a pesar de que creo recordar que lo sufrí al menos un par de cursos. ¿De qué le sirvió a este tipo su paso por el sistema educativo? De nada, supongo. Vive bien, o eso parece. En su mundo televisivo se desenvuelve fenomenalmente (dice haber trabajado de azafato en varios otros programas de otras muchas cadenas y conocer a tal o cual personaje famoso). ¿Qué más da que no sepa geometría, o matemáticas, o que confunda a los personajes históricos, hasta extremos irrisorios, o que escriba haciendo faltas garrafales de ortografía? No pasa nada; le espera el triunfo, indiscutiblemente. Tiene lo que hay que tener: las ganas, el desparpajo, la apariencia y la simpatía. Gusta porque quiere gustar. Es todo exterior, epidermis, esquema, bronceado. Felicidad. La felicidad sin más; porque sí. ¿Cómo ser feliz? Siéndolo, hostia puta. No hace falta estudiar para eso. Eres feliz porque PARECES serlo. Y que se joda el mundo. Hay cosas que no se enseñan en la escuela.
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Hay quien afirma que la felicidad va ligada proporcionalmente a la incultura. De esta manera la felicidad no sería más que un estado de ensoñación habilitado por el no saber. Otros nos empeñamos en leer y en aprender y en comprender dándonos cuenta de que la felicidad basada en la sabiduría no existe. Nos vamos haciendo pesimistas con el tiempo, como Beckett.
ResponderEliminarRibeyro decía que la felicidad desaparecía en cuanto te la planteabas.
ResponderEliminarPero sí, hay cosas que no se enseñan en la escuela.
yo, lo que diga Ribeyro
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