sábado, 5 de noviembre de 2011



Hay quien no puede leer más de un libro a la vez. Yo no puedo leer uno solo; pues pronto, en cada libro, se desvela un mismo tufillo de: querer ser literatura. El grueso de la literatura es, digamos, simplemente, el deseo ardoroso y grande de ser literatura. Por encima de la autoridad de quien verdaderamente la maneja y la ha interiorizado. Ya no me parece insoportable la ficción. Ahora encuentro insoportable esa especie de impostura literaria de que hablo. Es por lo que acumulo lecturas y por lo que, últimamente, he tenido que recurrir a un nuevo Juan Carlos Onetti.
Leyendo un diario
me he atascado en una frase.
Se refería al escritor Peter Handke.
Varias veces he creído leer que: El autor asmático,
convertido a la creencia ortodoxa...

Al menos me habré confundido tres veces.
¿Asmático?

No era raro que Peter Handke fuera asmático,
por supuesto. Lo extraño era
que lo hubieran enunciado así, en esa frase,
y que yo lo haya leído mal nada menos
que tres veces.

Lo he corregido a la cuarta:
austríaco en lugar de asmático.





Reclinas la cara en la melancolía y ni siquiera
oyes el ruiseñor. ¿O es la totovía?
Soportas mal el aire, dividido
entre la fidelidad que debes
a la tierra de tu madre y al casi blanco
azul donde el ave se pierde.
La música, digámoslo así,
fue siempre tu herida, mas también
sobre las dunas fue la exaltación.
No oigas el ruiseñor. O la totovía.
Dentro de ti es
donde toda la música es ave.

viernes, 4 de noviembre de 2011

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