sábado, 8 de febrero de 2025

Las realidades

Me gusta el mundo clásico porque supone una especie de guía.  El mundo,  en su imaginario,  se ha vuelto realmente extraño; muy farragoso de manejar.  Cuesta mucho desentrañar una verdad que pertenezca al ámbito de la sensatez; que no sea una broma macabra o cínica,  dispuesta a caer por el vertedero de las redes sociales como una ocurrencia compartida. 


Más allá,  me preocupa lo difícil que es entender la realidad de la gente.  Sus motivaciones e ideales, lo que les hace levantarse cada día y ponerse en marcha.  Da la sensación,  muchas veces,  que el único motor es la inercia. 


Detrás de la inercia hay un vacío oscuro,  un movimiento fantasmal de extraños designios. 


Una conversación banal,  en una oficina.  Una mujer,  trabajadora allí,  inicia la típica conversación de estos días sobre la llegada de Trump al poder,  sobre su alianza con el magnate Musk, y las consecuencias que podría haber,  en el mundo,  en general,  a nivel bélico y económico.  Allí,  en esa oficina,  hay un recién llegado,  un joven veinteañero,  principiante en el trabajo,  acabados los estudios universitarios unos meses atrás.  El veinteañero zanja la conversación con ímpetu,  dejando a todos perplejos: Trump traerá la paz al mundo,  pronuncia con vehemencia. 


A mí me lo cuentan.  Elucubramos sin entender.  Las redes sociales ejercen algún efecto alucinógeno o distorsionador de la realidad.  Hasta el punto de que haya alguien que,  suficientemente informado en los sucesos del mundo,  sea capaz de afirmar,  sin ironía,  que Trump traerá la paz al mundo. 

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