lunes, 1 de abril de 2024

Meme

 Uno se adapta como puede a este mundo de algoritmos. De recomendaciones algorítmicas. Aunque sean un poco fantasmales y, paranoicamente, perversas. En cierto modo, tranquiliza sentirse vigilado por una máquina. Pero se echan de menos las recomendaciones con firma, cada vez más difíciles de encontrar, y casi siempre previo pago. 


A menudo, bajo la frialdad de esta realidad algorítmica, cada vez encuentro más sentido al verbo desaparecer.


Todavía me sigue recomendado el algoritmo cosas de la postmodernidad. Como si los números hubieran detectado que, ciertamente, uno se ha quedado ahí, estancado, en ese tiempo definido por escritores franceses como Barthes, Derrida o Foucault. Veo el documental de aquel dibujante postmoderno, fragmentoso, feo y deformante y, más tarde, acepto la lección de mis alumnos de segundo de educación secundaria obligatoria. Al entrar en el aula alguien ha colgado un meme impreso en papel, fragmentoso, feo y deformante, con un mensaje ya no sé si irónico o neocínico o yo qué sé. Que habla de fornicio, por supuesto, pues ahora todo habla de fornicio de una forma directa, provocadora, fea y deformante. Me veo obligado a arrancar el papel del tablón de anuncios, aludiendo a la falta de corrección. Pero pronto enlazo con el documental del dibujante postmoderno, como si el meme solamente fuese una representación popular de aquello, feo y deformante, irónico o lo que sea.


Me siento. Estoy sentado. No puedo hacer otra cosa. Sentado, intento mantener la postura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.