jueves, 16 de marzo de 2023

El cajón de sastre de la educación

Es fácil escuchar en los medios, incluso en opiniones particulares, que la solución a los diversos problemas de actualidad (adicción a las tecnologías, a los videojuegos, a sustancias, adicciones en general, la violencia, las conductas machistas, el bullying, la ecología), digo, es bastante habitual escuchar que la solución a todo esto pasa por la educación. Yo lo creo así. Sin embargo, quienes así opinan a menudo pretenden que la educación, esto es, los centros educativos, actúen en solitario frente a este tipo de problemas. Esto es, nadie aboga porque haya más regulación frente a todo este tipo de problemas; de modo que debemos educar individuos con voluntades superpoderosas que sean capaces de autorregularse siempre. Con el hándicap de que, cada vez más, los jóvenes son absolutamente refractarios al discurso adulto. Por supuesto, la responsabilidad educativa para estos casos todo el mundo tiene claro que ha de recaer en los profesionales de la educación, no en los progenitores. 


Debéis elegir el producto ecológico, a sabiendas de que nadie va a exigir a las empresas el uso de materiales ecológicos. 

Debéis elegir soluciones alejadas de la violencia, a sabiendas de que gran parte de vuestra oferta de ocio se basa en la escenificación de la violencia, como un artefacto lúdico, perversamente banal, y nadie va a hacer nada por que el siguiente producto ofrezca un incremento en la dosis. 

Debéis comportaros respetuosamente en vuestras relaciones sexuales, a sabiendas de que previo a vuestra madurez emocional habréis consumido gran cantidad de imágenes de cuerpos follando. Algunos entenderéis que no existen situaciones previas a las mecánicas sexuales, no es necesario llegar a acuerdos, todo el mundo está dispuesto a entregarse al sexo en cualquier momento y con cualquiera. No habrá nadie dispuesto a regular la oferta pornográfica en medios de fácil acceso a menores de edades cada vez más tempranas. 

Debéis entender la importancia de las imágenes, de vuestra propia imagen, a sabiendas de que las nuevas redes sociales fomentan, cada vez más, el exhibicionismo; sin que nadie se atreva a encontrar una fórmula legal para proteger la imagen de los menores frente a la voracidad de las tecnológicas. 


No os preocupéis que aquí estamos vuestras profesoras y vuestros profesores, adalides del buenismo mundial, para indicaros con exquisita educación cuál es la forma correcta de comportaros, a sabiendas de que todo lo demás ejercerá una presión irresistible en vosotros para que os convirtáis en voraces consumidores hijos de puta, exhibicionistas, irrespetuosos e hiperviolentos. 


Como me decía un alumno estos días: Profesor, nada tiene sentido, y como nada tiene sentido todo da igual. Y yo no supe rebatirlo sin parecer idiota. Así es, dije. 

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