sábado, 7 de enero de 2023

Tiovivo

En un tiovivo navideño. Todo parece estúpidamente feliz. Es lo que tienen los tiovivos. Son bonitos y giran. Y provocan la felicidad de quienes se montan en ellos. Y éste es precioso, antiguo y limpio. Lo han puesto en la plaza del Ayuntamiento. La gente se acerca, paga su entrada y se monta en él. De hecho, nosotros estamos sobre dos caballitos que suben y bajan casi a la misma velocidad, en paralelo. Reímos, también. No obstante me he fijado en los dos señores que nos han acomodado sobre nuestros caballitos. Profundamente serios. El rostro ajado. Lejos de la felicidad ambiental. Su discreta tristeza pretende pasar desapercibida. Se dirigen a nosotros con profesionalidad. Que el niño no se mueva del sitio con el tiovivo en marcha. En unos minutos el movimiento cesa y nosotros nos bajamos. Y allí quedan los propietarios del tiovivo, repartiendo la estúpida felicidad de su artilugio y agazapados en su tristeza. 

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