viernes, 4 de febrero de 2022

 Nos acostamos dándonos la espalda. Las cortinas

suben y bajan

como el pecho de alguien que duerme.

El viento mueve las hojas del viejo boj,

mostrando sus claros reversos

al dar la vuelta todas a la vez

como un banco de peces.

De pronto, comprendo que soy feliz.

Durante meses este sentimiento

se ha estado acercando, ha permanecido

en breves visitas como un tímido pretendiente.

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