(Sobre la cadera de Andy Murray)
Que un tipo con la cadera rota y operada ganara el USA Open sería precioso. Que un casi casi cuarentón con hijos y la vida solucionada de todos ellos buscando la gloria eterna ganase el mismo torneo sería bonito también. O un casi adolescente griego con una sonrisa luminosa y la mirada puesta en las playas surfistas del mundo, sería encantador. O un serio austriaco con el alma torturada como la de Thomas Bernhard y el cuerpo exhausto de cargar troncos de árbol montaña arriba y abajo, precioso también.
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