(Sobre Djokovic y abrazar árboles)
A Nole no le gusta jugar al tenis. Dentro de unos años escribirá un superventas en el que contará que siempre ha odiado el juego pero que le obligó a jugar su padre y que gracias a un tipo llamado Imaz descubrió lo bueno que tiene la vida y el amor que encierra la mirada de sus amantes, y el abrazo cálido de los troncos de los árboles y el placer de echarse una partidita de ping pong con sus suegros todos los días antes de acostarse.
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