domingo, 9 de septiembre de 2018

(Sobre Borg, Nadal y el descanso)

Como soy muy viejo (273 años; saludos desde Transilvania), fuí testigo de la retirada prematura de un tenista extraordinario en su época: Borg. Parecía increíble que un atleta en apariencia imbatible, con un aura estratosférica, se retirase a la edad de 26 años, con una supremacía en Roland Garros todavía incuestionable y un historial en Wimbledon intachable, con la pequeña mácula de una derrota en una final de parte de un tenista que parecía su antítesis, desordenado e irreverente. Reflexioné un poco sobre esa retirada; aunque no mucho, pues pronto me posicioné en el lado del tenis intuitivo y genial del tenista que lo desbancó. Llegué a la conclusión de que Borg se cansó de ser Borg. Se cansó de las tensiones físicas, pero sobre todo psicológicas que su tenis le exigía. Lo comprendí. Y recientemente, en un documental sobre su figura lo corroboraba el propio Borg, entrevistado, diciendo que el surgimiento de McEnroe fue fundamental, sentir que ya había alguien capaz de desbancarlo le rompió psicológicamente.

Cuando apareció Nadal y ganó su primer Roland Garros pensé: otro Borg. Y pensé que su carrera tenística no sería larga; le sucedería lo mismo que a Borg, se cansaría de sí mismo, de jugar de ese modo machacón, de cuidar el cuerpo para marcar diferencias, de no vivir, en suma (Borg dejó el tenis y se convirtió en lo contrario a un deportista: un vividor, un "playboy" de la época, aficionado a la Coca-Cola y las mujeres; quisó recuperar el tiempo perdido, dejar de ser Borg).

El tenis de ambos, Borg y Nadal, en mi opinión, tiene concomitancias. También diferencias. Borg implantó el modelo. Sin embargo, su estilo era más gélido que el del español. El sueco en sus partidos alcanzaba una velocidad de crucero que derbordaba a sus rivales, de una manera muy constante. Nadal es igualmente intenso, pero su tenis resulta más entrecortado en los intercambios, menos constante; aunque similar en el número bajísimo de errores no forzados, el gran diferencial de ambos. Del mismo modo, y cada uno con su personalidad, antes de disputar sus encuentros, se dice de ellos que han ganado la batalla psicológica respecto a sus rivales. Y esto, año tras año, pesa. Y a Borg le pesó.

Como digo, Borg hizo un esfuerzo intensísimo durante seis o siete años que le llevó a la cima del tenis. Y se cansó; lo dejó prematuramente, harto de ser Borg. Nadal ha tenido periodos de gran intensidad seguidos de pequeños periodos de convalecencia a causa de lesiones (afortunadamente para él) no muy importantes. Lesiones que ha solventado en meses y que, a mi modo de ver, le han permitido, no solo recuperar su cuerpo, sino descargarse de la tensión psicológica que su tenis imprime (sobre sus rivales, pero también sobre sí mismo). Una rotura importante lo hubiera dejado fuera de combate demasiado tiempo. Sin embargo, lesiones no muy graves distribuidas de manera intermitente le han reportado a mi modo de ver periodos de recarga, a nivel psicológico fundamentalmente, que le han permitido volver sucesivamente a los picos de intensidad anteriores.

(...)

No digo que las lesiones vengan en momentos adecuados. Sobre todo si vienen durante un Grand Slam suponen un perjuicio importante. Lo que digo es que, paradojicamente, lesionarse no muy gravemente le permite recargarse a nivel psicológico. Puesto que, probablemente, un Nadal "sano" no sería capaz de jugar y ganar con la intensidad y solvencia que suele exhibir durante mucho tiempo seguido (cuatro o cinco temporadas). Lo que quiero decir es que, probablemente, las lesiones, no siendo definitivas, le han hecho un tenista mas longevo.

(...)

Hay otra diferencia fundamental entre ambos, para que el español no se desviase como Borg por el camino del fornicio y la Coca-Cola. La familia. Nadal es un producto familiar. Borg fue el producto de un entrenador; sin embargo, Borg, como figura tenística, no tenía el arraigo familiar que tiene Nadal. Para Nadal, en mi opinión, la familia ha supuesto el contexto primordial para equilibrarse y no cansarse de sí mismo. La familia le ha permitido no mirar hacia fuera, como hiciera Borg, y añorar otros estilos de vida, otras mujeres, otras Coca-Colas, otros mundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.