y la playa está desierta.
Rompe el mar
sobre las rocas.
Un aire cálido,
espeso de salitre
y de recuerdos,
me baña la cabeza.
Cierro los ojos.
Inhalo.
Me dejo llevar.
Y luego pienso,
como casi siempre
que me pasan estas cosas,
en Proust.
Pero no he leído
a Proust.
Qué importa.
La vida es bella.
Quién necesita
a Proust.

O como dijo aquel otro "el mundo es un sitio muy bello donde pasan cosas desagradables"
ResponderEliminarOtro poeta para la "saca" Y muerto, qué más se le puede pedir...
ResponderEliminarno ha muerto ese poeta, Emma, en realidad: se trata de una gilipollez de las mías
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