miércoles, 13 de febrero de 2013




Feliz.
Conecto
un cachivache
a la red
eléctrica.
Soy feliz.
Muy
feliz.
A fuerza
de pronunciarlo
tal vez
se produzca.
Lucha libre
en una cama
de matrimonio.
Atar
unos cordones
de zapatos.
Feliz.
Por nada.
Un telefilme.
Uno decide
ser feliz.
Con ganas.
Mirando
alrededor.
Aguantando
el desprecio
del otro.
Soy feliz.
Lo he querido
así.
Es fácil.
Buscar
en un diccionario
una palabra.
Beber
alcohol
en las comidas
o fuera
de ellas.
Puta felicidad.
Soy tan feliz
que
no puedo
disimularlo.
Hacer algo
para cenar.
Hacer
cuaquier cosa
para comer.
Hoy tenemos
prisa.
Una canción.
Trabajo
hecho en casa.
Qué felices
somos.
Mira
cómo
crecen
nuestros hijos.
Es así.
Nos
desprecian.
Felicidad
pura.
Lucha libre
en la cama.
A ver
qué dicen
los telediarios.
Dar un paseo.
Andar
hasta el centro.
Comprar
un par
de zapatos
porque
hace falta.
Conducir el coche
averiado.
Todas esas
cosas.
Cualquier
cosa.
El aburrimiento.
Veo
la felicidad
en sus ojos.
Cinco
o seis
bocadillos.
Para el desayuno.
Dos cafés.
Felicidad
y cafeína.
Lo que sea.
Apagar
la luz
y dormir.

4 comentarios:

  1. "Hace tiempo que no escribo.
    Tiempo, mucho tiempo, siglos, tal vez menos, pero no importa, que la vida no me deja, la vida, la grasa que he ido acumulando desde mi infancia (pequeño burgués sin un clavel que llevarse a la solapa), ese broche en la garganta, esta falta de honestidad.
    Me levanto temprano, como nunca me he levantado y me acuesto aún más temprano, como un anciano, por aburrimiento, algo de agotamiento y nada más.
    Me levanto temprano y me conecto en el locutorio pakistaní a escuchar música, dejarme rozar por el tiempo mientras llega la hora, esa tecnología, que me obliga casi con lagrimas en los ojos a volver al trabajo, a ese almacén (no hay palabras tristes, no hay palabras sucias, no hay palabras lo suficientemente largas ni agónicas en castellano ni en inglés, en lengua alguna para describir su hondura).
    Podría intentar describir con rigor o mejor aún, ofrecer de forma gratuita mi opinión, construir de nuevo, sin entrega, arte, ni vocación alguna, quién soy, dónde vivo y quién me rodea, quién soy, de donde vengo, a dónde voy y toda esa mandanga.
    Hablar por hablar, otra forma de pasar el tiempo adocenado en esta virtud que es la espera, la guarda, la sospecha del acontecimiento, el efecto, el hecho y toda clase de fenómenos y espectáculos.
    Algo me lo impide, sin embargo, tal vez sea la vida, la vida, la grasa que he ido acumulando desde mi infancia (pequeño burgués sin un clavel que llevarse a la solapa), ese broche en la garganta, esta falta de honestidad.

    Probablemente soy feliz."

    Cuando te leo, no estoy solo. Lo sé, no es una certeza, es más una sensación, acaso la ilusión de lo que puede llegar a ser esa emoción de querencia, no estar solo, pero me penetra con la firmeza misma de un pensamiento, que cuando te leo, tú me hablas y yo te escucho y no estoy solo.

    Anyway, anyhow, anywhere...


    ResponderEliminar
  2. pues escribe, JL, que lo haces bien y mucho mejor que yo

    gracias por el generoso comentario, saludos

    ResponderEliminar
  3. el poema salchicha, rico y sin mostaza

    ResponderEliminar
  4. Y si la parienta padece "SPP" (síndrome premenstrual permanente) ¡ya ni te cuento! ;-)

    ResponderEliminar

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.