martes, 26 de febrero de 2013
El sol alcanzó lo alto; el taxi corrió.
Había una especie de fiebre en el reloj
Aquella mañana. Llegamos a la estación de Waterloo
Con tiempo de sobra y sin poder encontrar mi vía.
El café amargo en un pequeño bar
Nos dio pie a conversar. Cuando el tren
Comenzó a moverse vi que te alejabas
Y desaparecías, y los vasos sanguíneos en mi cerebro
Estallaron, el tren rugió, los otros viajeros
Brincaron entre las llamas, ardiendo en el aire revuelto
"Che si cruccia", oí a los demonios maldecir
Y chillar de alegría en ese lugar más allá de toda plegaria.
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Este poema me pone.
ResponderEliminarEste pone me poema
ResponderEliminarBerryman da la sensación de que es una especie de Cormac McCarthy poeta, entre Bukowski y McCarthy; aunque hay poco traducido al castellano y todo, creo, cuelga en internet, en blogs; que yo sepan ninguna editorial de habla hispana se ha atrevido con él
ResponderEliminarestá bien que os ponga u os poeme
Yo creo que ayer vi a Berryman en la parada del autobús.
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