

El sol alcanzó lo alto; el taxi corrió.
Había una especie de fiebre en el reloj
Aquella mañana. Llegamos a la estación de Waterloo
Con tiempo de sobra y sin poder encontrar mi vía.
El café amargo en un pequeño bar
Nos dio pie a conversar. Cuando el tren
Comenzó a moverse vi que te alejabas
Y desaparecías, y los vasos sanguíneos en mi cerebro
Estallaron, el tren rugió, los otros viajeros
Brincaron entre las llamas, ardiendo en el aire revuelto
"Che si cruccia", oí a los demonios maldecir
Y chillar de alegría en ese lugar más allá de toda plegaria.
Este poema me pone.
ResponderEliminarEste pone me poema
ResponderEliminarBerryman da la sensación de que es una especie de Cormac McCarthy poeta, entre Bukowski y McCarthy; aunque hay poco traducido al castellano y todo, creo, cuelga en internet, en blogs; que yo sepan ninguna editorial de habla hispana se ha atrevido con él
ResponderEliminarestá bien que os ponga u os poeme
Yo creo que ayer vi a Berryman en la parada del autobús.
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