viernes, 14 de diciembre de 2012

Cuando Silvia Serrat queda con su amiga Marta, para comer o cenar, o irse de compras, como a veces sucede, Javier Morant no puede evitar sentirse celoso. Siente celos porque no es capaz de olvidar una escenita que presenció hace ya años; cuando prácticamente acababa de conocer a la que hoy es su mujer y empezaban a ser novios. Era una nochevieja y alquilaron una casa en un huerto (turismo rural), con unos amigos. Pasaron cuatro o cinco días previos a la nochevieja encerrados en aquella casa, pues en el exterior hacía mucho frío y estaba nevando. Cuatro o cinco días emborrachándose y fumando porros. Entre quince y veinte personas. Algunas parejas. Una chica amiga de Silvia Serrat hacía demasiado caso a Javier Morant; lo que provocó una fuerte discusión entre las féminas y el primer distanciamiento serio entre Javier Morant y Silvia Serrat. Marta, la fiel amiga de Silvia Serrat (se conocen desde la infancia), en ese momento no tenía pareja. (Hoy es una mujer casada y con tres hijos, mucho mayores que Domingo, por cierto). Aquel día todas las chicas arroparon a Silvia Serrat, menos la que había sido acusada de hacer demasiado caso a Javier Morant. No obstante, fue Marta la que compartió con Silvia Serrat las confidencias más sentidas, los abrazos más sinceros y, en la noche de fin de año, la escenita de sexo lésbico que Javier Morant todavía recuerda.

Todos bebieron demasiado esa noche. La casa, una construcción vieja, tradicional, pero grande y acogedora, parecía llena de rincones que propiciasen el encuentro íntimo, improvisado y urgente. Todos tuvieron rollo aquella noche, menos Javier Morant. Javier Morant se pasó el primer tercio de la noche, tras las campanadas, huyendo de la chica que le hacía demasiado caso, para no provocar los celos en su opinión exagerados de Silvia Serrat. Luego, aquella chica que le hacía demasiado caso se enrolló con un amigo suyo y Silvia Serrat desapareció con Marta. La neblina de la borrachera se disipó al instante cuando, subiendo por unas oscuras escaleras al primer piso de aquella casa, reconoció los gemidos de Silvia Serrat, que maullaba como una gata extasiada detrás de una puerta que ni siquera estaba cerrada, en una de las habitaciones que nadie ocupaba, destinada a hacer de trastero. Javier Morant empujó con cuidado aquella puerta y entró sigilosamente. Estaba muy oscuro; pero pudo distinguir la silueta de las dos chicas, semidesnudas y de pie, pues la cama estaba llena de maletas y trastos. Javier Morant se sentó en el suelo, buscando el amparo de la oscuridad, para mirarlas sin ser descubierto. Ellas no se dieron cuenta de que él había entrado o no hicieron ningún gesto que lo indicara. Marta abrazaba a Silvia Serrat por la espalda y con una mano le acariciaba la entrepierna. Al principio, Javier Morant se excitó un poco. Pero, al poco rato, no lo pudo resistir y salió de la habitación, lo más silenciosamente que pudo. Nunca lo han hablado. Después de aquella nochevieja se reconciliaron. Marta sigue siendo la mejor amiga de Silvia Serrat. Comen o cenan juntas, generalmente a solas, aunque a veces con otras amigas, una o dos veces al mes. Javier Morant nunca ha dudado del amor de Silvia Serrat. Pero cada vez que ella queda con su amiga Marta en la memoria de Javier Morant se remueve todo aquello.

Para colmo, dos de los personajes de Marcel Proust viven una situación parecida. Charles Swann siente celos cuando descubre que su amada, Odette de Crécy, no solamente lo desprecia, sino que ha tenido sexo con mujeres. En el caso de Charles Swann, los celos se deben a las habladurías, que luego confirma despreocupadamente la propia Odette. Sin embargo, Marcel Proust describe con notable profundidad las dudas, la impotencia y la desesperación masculinas. La psicología masculina es tan simple que normalmente un hombre prefiere sentir celos por otro hombre, con el que puede compararse y justificar de ese modo la infidelidad de su amada. El sexo entre mujeres forma parte de una intimidad de la que el hombre se siente excluido. Como si una mujer con otra mujer pudiese llegar a un entendimiento mayor en cuanto a los mecanismos del placer. El hombre, frente al sexo lésbico, se manifiesta inseguro, rechazado. Hay una marginación del hombre en las lesbianas. Pero, si Silvia Serrat y su amiga Marta se aman, ¿por qué no están juntas? ¿Aquello fue solamente un juego entre ellas, algo esporádico o puntual, sin consecuencias? ¿Se ha repetido a lo largo de estos años en sus citas a solas?

Silvia Serrat siempre ha sido generosa con Javier Morant, en cuestiones de sexo. Hay tabús entre ellos, como es evidente. No obstante, ¿en qué medida, a lo largo del tiempo, en sus cada vez más breves encuentros sexuales el amor se desvanece, se está desvaneciendo? ¿Es o ha sido Marta la persona que Silvia Serrat verdaderamente ha amado?


2 comentarios:

  1. Yo, si fuera Morant, me hubiera entrometido en esa escena del dormitorio. ¿O no?

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  2. ya te digo, Morant es idiota perdido

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