jueves, 15 de marzo de 2012



El último disco de Leonard Cohen contiene cortes en los que el bardo canadiense recuerda a Tom Waits. En el último disco Matt Elliott recuerda en algunos fragmentos a Leonard Cohen. Todo esto es un poco confuso. Generalmente estos trasvases se producen en los primeros discos, cuando las personalidades no son aún muy fuertes y las propuestas se arriman las unas a las otras para ganar confianza. Leonard Cohen tiene un vozarrón grave y cálido que con la avanzada edad parece rompérsele, al igual que el chorro de voz histérica y rota de Waits. Además, en el último disco Cohen se acerca al blues cabaretero de los primeros discos de Waits. Todo es un poco confuso. ¿Dónde está el dandy atildado de siempre, el vividor perfumado, el crooner tecno-pop de I'm your man? Parece viejo y cansado, mostrando una extraña derrota, en una ruina que no es sólo económica, sino moral. Tom Waits es como un caballo desbocado que cuando se calma aparenta, inclusive, una cierta elegancia. Hace años parecía imposible que Cohen y Waits se entendieran; es decir, que ocupasen un mismo espacio artístico o cantautoril. ¿Y Elliott? ¿De dónde viene este tipo? Desde su drum and bass tabernero, balcánico, oscuro y en tierra de nadie, parece pretender acercarse a los cantautores clásicos, de voz grave y aliento cálido. Los lamentos de Matt Elliott, en efecto, pierden modernidad y ganan distinción, prestancia y clasicismo. Todo se ajusta en ese pequeño club de hombres ilustres, severos y elegantes.

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