Una luz intermitente parece advertirme de algo.
Después, la sonrisa de una mujer inexplicable en la calle,
un ruido estruendoso, como de vidrio al romperse,
el rostro de mi propio padre, pensativo,
el raro gesto de fumar de un desconocido,
una mirada en un semáforo, seductora y fría,
el andar avejentado de una mujer
y la caricia de una mano, suave y como con pena.
El mundo se sostiene a causa de una extraña resistencia.
Los idiotas andamos viendo señales por todas partes.
Acertada composición de microinstantes que explican algo tan grande.
ResponderEliminar¡Ay, mi Morandi!
ResponderEliminarEl último verso es demoledor.
ResponderEliminardios me libre de explicar nada grande ni demoledor;
ResponderEliminargracias por los comentarios
Me gusta.
ResponderEliminar