Miré al cielo. Dije
un sueño espera ser soñado.
Venía de otro sueño.
Compartido. Hermoso.
Me asfixiaba. Era tan
limpio el aire
que un grito de dolor hubiese
resplandecido.
Miré al cielo. Cogí mis armas.
Las de ellos eran otras, pero
no había diferencia:
de una verdad a otra, ¿cuánto dista?
¿Cuánta ignorancia las separa
y cuánta las designa?
Es la verdad el nombre
que damos al impulso
con que la vida quiere ser soñada.
Cogí mis armas. Atrás quedó
el hogar. Abierto, el horizonte.
Fue hace mucho tiempo. Ahora…
ahora ya no son tiempos de espejismos.
'Venía de otro sueño', me gusta. (Además la maillar está bastante buena)
ResponderEliminarEs éste uno de esos poemas que envejecen bien. Como Chantal. Suelen ser las poetas poco agraciadas salvo honrosas excepciones. Chantal está bien pero a mi me pone burro, Pola Oloixarac.
ResponderEliminarChantal dice que:
ResponderEliminarNo medirás la llama
con palabras dictadas por la tribu,
no pondrás nombre al fuego,
no medirás su alcance.
Todas las llamas son el mismo fuego.
Mi cuerpo es una antorcha que alumbra los espantos
que la razón constituye en sus tinieblas.
Hay que mirar al cuerpo, muy adentro,
tocar el centro ardiente, abrirlo y propagar
el gozo de la lava.
No importa en qué caderas,
en qué pecho resbale,
no importa la estatura, el sexo o la materia
pues todos caminamos sobre la misma pira.
No medirás la llama con palabras que encubren
los viejos sentimientos de los hombres.
Que no ee una poeta perfecta lo demuestra el último verso: "los viejos sentimientos de los hombres", en vez de: 'la vieja ansia...' o als viejas ansias
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