miércoles, 21 de diciembre de 2016

Retiro invernal;
En la pantalla dorada,
El pino envejece.



martes, 13 de diciembre de 2016




Si no eres la persona libre que quieres ser, busca un lugar donde puedas contar la verdad sobre ello. Contar cómo te va con todo. La franqueza es como una madeja que se produce a diario en el vientre, tiene que desenrollarse en algún lado. Podrías susurrar de cara a un pozo. Podrías escribir una carta y mantenerla guardada en la gaveta. Podrías escribir una maldición en una cinta de plomo y enterrarla para que nadie la lea por mil años. No se trata de encontrar un lector, se trata de contar. Piensa en una persona de pie, sola en un cuarto. La casa está en silencio. La persona lee un pedazo de papel. No existe nada más. Todas sus venas se pasan al papel. Toma la pluma y escribe en él unos signos que nadie más va a ver, le confiere así como una plusvalía,

y todo lo remata con un gesto

tan privado y preciso como su propio nombre.



Maylis de Kerangal tiene aspecto de mujer francesa elegante, pija y etérea. De las que mi mujer dice que no me deberían gustar porque esos gustos me hacen machista. Maylis es una Audrey Hepburn literata. Maylis tiene ese nosequé francés que nos hace creer que para los franceses la vida es una cosa placentera, que sucede así como si nada. Tiene aspecto de mujer culta pero que la cultura no le ha costado esfuerzo. Le viene dada. Maylis encierra una mentira en sí misma, que mana de su propio aspecto. De esa sonrisa suya que exhibe dulce como una pieza de fruta.

Maylis de Kerangal ha escrito un pequeño libro encantador, como es ella. El libro que más me ha interesado en mucho tiempo. Titulado Lampedusa.

Un libro que tiene el punto de vista exacto. El de quien lo ha escrito, Maylis de Kerangal. El de una pija francesa, culta y con una vida que sucede así como si nada. Pero que sabe estirar su punto de vista hasta tocar casi con los dedos el fondo de las cosas.

Encierra una idea que a mí me obsesiona: la decadencia de nosotros, de nuestra tradición cultural, nuestro arte, nuestra literatura, nuestro europeísmo, nuestro Mediterráneo. Lo viene diciendo ya mucha gente.

Y ahora Maylis de Kerangal, esa escritora de aspecto encantador, lo rubrica. Que un lugar como la isla de Lampedusa, con un significado importante en la historia de nuestra cultura (alusiones a El Gatopardo de Visconti y al escritor Giuseppe Tomasi), se convierta en el escenario de una infamia (hundimiento de una barcaza llena de inmigrantes, más de trescientos muertos), tiene que significar algo. La escritora dedica su pequeño escrito a encontrar el simbolismo exacto que define este recorrido, de lo sublime a lo infame. Para concluir que debe haber un antes y un después. Y que el después ya ha llegado.

sábado, 10 de diciembre de 2016




Que la culebra aguarde
bajo el yerbal
y la escritura sea
de palabras, lentas rápidas, prontas
al ataque, quietas en la espera,
insomnes.
—Por la metáfora reconciliar
gente y piedras.
Componer. (No ideas:
cosas.) ¡Inventa!
Saxífraga es mi flor y abre
rocas.
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