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martes, 27 de septiembre de 2011
Sándor Márai era un escritor al que no le preocupaba en absoluto no ser considerado un artista. Denostado por el comunismo en su país; mucho después recuperado, yo creo que vuelve a caer, poco a poco, tildado ahora como antaño de escritor conservador y decimonónico. Sándor Márai no se ha asentado definitivamente como el gran clásico que se nos prometía (tampoco Stefan Zweig, un escritor con el que mantiene cierto paralelismo). A mi modo de ver Márai trasciende el naturalismo; es un novelista decimonónico que, digamos, "estira" la escritura. Psicologista, teatral y extrañamente profundo. Sitúa uno o dos personajes en un momento crucial de sus vidas e indaga en ellos, horadando y desestabilizando su idiosincrasia, construyendo y destruyendo a la vez. La importancia de Sándor Márai, como la de Stefan Zweig, se acrecienta en proporción a la mediocridad del momento. Es posible que en otra época Márai y Zweig fuesen escritores de segunda línea, profundamente antimodernos. No obstante hoy lucen una prosa llena de sabiduría y matices; reflexiva hasta niveles extraordinarios. Márai y Zweig fueron hombres cultos y su enorme cultura trasciende en sus escritos. Escriben sin falsos artificios; para rastrearse quizá a sí mismos y entender a sus contemporáneos. Sus novelas excelentes son la huella de una búsqueda (psicológica y decadentista) en el entramado de la cultura europea. Yo creo que en su momento no se les perdonó que escribiesen con claridad (vivieron una época de euforia moderna). Tampoco que fuesen en cierto sentido conciliadores con la clase burguesa; subrayando no obstante defectos y enfermedades.
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