lunes, 21 de abril de 2025

Mike Brodie y los Estados Unidos

Hay un dicho que reza que una forma de espantar al demonio es permanecer siempre en movimiento.  No es fácil encontrarse con el demonio siendo joven.  Con el tiempo y los errores acumulados, y el pretender aferrarse a un lugar, a una actividad, a unas gentes... el demonio va configurando su rostro,  se representa poco a poco,  acaba atrapándote.  Quizá esto quiso evitar Mike Brodie,  una suerte de fotógrafo adolescente de los años dos mil. Se dedicó a recorrer los Estados Unidos viajando en tren como un polizonte,  en compañía de otros muchos vagabundos,  a los que retrataba precariamente con una Polaroid.  Como una performance gigantesca en la que no hay obra de arte sin la idea de desplazamiento,  sin la precariedad como principio. Las imágenes de Brodie se popularizaron gracias a las redes sociales y, posteriormente,  a una serie de libros cuyo hito sería, quizás,  A Period of Juvenile Prosperity. En Facebook Mike Brodie era Polaroid Kidd. Tuvo unos cinco años de frenética actividad,  fotografiando la belleza y la miseria de un país inabarcable.  Como un gran abrazo a lo más tierno de los Estados Unidos,  lejos del lustre de los distritos financieros  de las grandes ciudades.  Su colección de vagabundos rescata las miserias de la Gran Depresión retratadas un siglo atrás por Walker Evans; pero sin el aspecto marmóreo del claroscuro de éste. Lejos, quizá, del sentimiento de comunidad golpeada que transmite la obra de Evans. Las fotos de Brodie tendrán un aspecto improvisado,  decididamente descuidadas,  como queriendo capturar el desorden. Los personajes de Brodie, en consonancia, serán individuos descarriados, en perpetua huida.  Robert Frank podría ser un referente; no obstante Brodie descarta la cultura beatnik por una sensibilidad y una estética decididamente punk. Es antiguo y nuevo a la vez. Americano y universal al mismo tiempo.  ¿Qué hay más norteamericano que la poética cósmica de Walt Whitman? Mike Brodie es un individualista radical, como Whitman,  como Thoreau,  como tantos otros artistas norteamericanos. Parece que algo invite en ese país a viajarlo de costa a costa,  a pretender abarcarlo,  a diluirse en los límites del paisaje. El país de los sundowners y las películas de carretera.
















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