jueves, 25 de julio de 2019

(Acerca de Kyrgios y el punk rock)

Uno de los jugadores más deliciosos de todos los tiempos, a la hora de ver tenis, en mi opinión, era John McEnroe. Tenia un tenis de una gran pureza plástica; que todavía conserva, mermada su mítica agilidad felina, en los torneos de veteranos. McEnroe saltó al ruedo tenístico casi al mismo tiempo que la eclosión del punk. Y tuvo cierto paralelismo con aquel movimiento cultural, en cuanto a provocación de las mentes bienpensantes y renovación de las costumbres. Podía llegar a ser muy contestón y muy maleducado, como todos sabemos, sin que por ello se resintiese su capacidad de concentración y la calidad de su tenis. Al contrario; se decía que sus habituales pataletas eran su particular forma de concentrarse. Todo esto unido a una solvencia que le llevó a la cima del tenis mundial.

Siempre ha habido "enfants terribles". Antes de McEnroe estuvo Nastase. Eran tenistas superintuitivos; capaces de lo más excelso y acto seguido fallar estrepitosamente. Pero ambos, aun pudiendo hacer más, alcanzaron cotas importantes en el contexto del tenis de sus épocas.

El problema de Kyrgios es que ha focalizado la atención, sin resultados. Y no sé yo si se puede reclamar el título de gran enfant terrible del tenis mundial desde el puesto treinta o cuarenta o cincuenta, con poco más que un puñado de victorias sobre los mejores jugadores -meritorias, por otro lado-, y siendo incapaz de llegar a las rondas finales de torneos importantes.



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