Edgar Neville, que era un gordo inmenso, quería poner en su epitafio "por fín me quedé en los huesos", pero no le dejaron (o fue una "boutade" suya). censura post mortem
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Edgar Neville, que era un gordo inmenso, quería poner en su epitafio "por fín me quedé en los huesos", pero no le dejaron (o fue una "boutade" suya). censura post mortem
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