lunes, 3 de septiembre de 2018

(Sobre Novak Djokovic)

Comentar la impactante foto que han elegido los redactores para ilustrar este artículo. Torso desnudo del tenista. Mirada perdida en el horizonte y la boquita dibujando un circulo sagrado, como cuando el monje tibetano pronuncia el clásico mantra, "om". Quizá se trate del primer documento gráfico que testifique los quehaceres meditativos de Djokovic dentro de la pista.

Otros verán una mayor correlación con el famoso cuadro "El Grito" de Edward Munch. Expresión de hastío y angustia existenciales. Desazón y abandono en mitad de la lucha interna. Determinación en la pérdida: la mirada extraviada buscando asideros, el calor de un rostro conocido entre el público, quizá su madre.

Y otros, simplemente, y siendo mucho más prosaicos (aunque la trascendencia del personaje no lo determine), verán a un deportista extenuado, cansado en pleno esfuerzo en una jornada de calor.

La vis cómica de Djokovic se manifiesta hasta en las peores circunstancias (es lógico que la aprovechen los redactores al elegir esta foto; aunque si se tratase de un familiar mío a mí me parecería indignante). El tenista como un Peter Sellers cualquiera. Aunque yo, todo hay que decirlo, prefiero la elegancia en el vómito del gran Pete Sampras. Rememorado recientemente por los mismos redactores.


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