viernes, 12 de mayo de 2017




La brevedad es importante.

Estoy acabando de leer una novela de Tolstoi de más de mil páginas. Una novela estupenda, de otra época. Publicada probablemente por entregas en algún diario. Como un serial televisivo.

Hay quien cree que el texto largo es mejor, más elevado o difícil. Funciona en este sentido una inercia, a mi modo de ver, que viene de la gran novelística de siglos pasados.

La literatura sudamericana es más poderosa que la española. Es normal. Hay más escritores sudamericanos que españoles. Por una cuestión estadística, es lógico que haya más buenos escritores sudamericanos.

El paradigma del escritor de texto largo, larguísimo, sería Rodrigo Fresán. Un escritor incontinente, superfluo, vaporoso. Me parece inverosímil que haya alguien dispuesto a leer sus últimos novelones sobre, como se dicta en la solapa, lo que un escritor sueña. ¿Acaso quiere explicar Rodrigo Fresán que un escritor sueña distinto? ¿Merecen sus sueños cientos de páginas?

Martín Caparrós reedita La historia. El propio Caparrós dice que es su novela, su libro más importante. A mí Caparrós me gusta más que Fresán, siendo los libros de ambos, al peso, equiparables. En Caparrós hay menos paja, más proteína. A pesar de eso, no creo que me atreva a leerme, de cabo a rabo, La historia.

Entiene uno que El hambre, Los living, Lacrónica, son secuelas de La historia. Pero es que uno ha llegado a descubrir La historia demasiado tarde. Y esto es también algo a tener en cuenta.

En las antípodas, Alain-Paul Mallard reedita su brevísimo Evocación de Matthias Stimmberg. Un texto extraño, kafkiano. Muy breve pero, después de leerlo y releerlo, el libro continúa su batalla por dentro y yo diría que derrota y humilla en el imaginario lector a la mayoría de escritores de ladrillos contemporáneos.

1 comentario:

  1. Para mí el escritor sudamericano actual, aunque haya muerto en el 2005, es Juan José Saer

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