jueves, 14 de julio de 2016




Lo retro no nos gusta. Representa una tendencia, una moda, una astucia del mercado para fomentar el consumo. El mercado no puede ser sublime todo el tiempo. Así que se alimenta del pasado, de poner el foco en una cosa del pasado e imitarla de manera descarada y superficial.

Jack White es un adalid de lo retro. Se alimenta de blues y de rock. Revisita lugares comunes del rock todo el tiempo. Y, sin embargo, nos gusta. Es un mero imitador. Nos gusta, creo yo, porque es un imitador devoto. Jack White es un reverenciador del género. No le interesa explorar sus límites. Le interesa, no obstante, su escuela.

Jack White tiene una cabina de los años cuarenta; que se utilizaba entonces para que cualquiera se pudiera meter en ella y grabar un vinilo, a modo de recordatorio o para enviar una canción a la novia. Al parecer, esa cabina se comercializó durante la Segunda Guerra Mundial, para que los soldados norteamericanos grabasen mensajes o canciones, y se los dejasen a sus seres queridos. Esos mensajes a menudo, una vez llegaban a sus destinos, se convertían en mensajes póstumos. El cachivache se llama Voice-o-graph.

Neil Young grabó, hace unos años, un disco de versiones metido en la cabina de Jack White, Voice-o-graph. Y la multinacional para la que Young tararea lo sacó al mercado.

Neil Young es retro en sí mismo. Su música ya es de otro tiempo, ya hace tiempo. Sin embargo, él sigue, erre que erre. Como si todavía le quedase algo por decir.

A Young le ocurre algo parecido a lo que le ocurre a Bob Dylan. Al final de sus vidas, en lugar de elegir el retiro y el silencio, se están entregando a una actividad si cabe más intensa que la que han llevado hasta ahora. ¿Por qué lo hacen? A menudo me pregunto qué debe sentir Bob Dylan, siendo Bob Dylan.

Bob Dylan y Neil Young se ocupan en estos momentos de rebañar el plato. Queda poco, unas migajas, pero son tan ambiciosos que no pretenden perdérselas.

El disco de Neil Young en la cabina de Jack White se titula A Letter Home. Se oye mal, como una mala grabación muy antigua. Como un viejo disco de blues de un tonadillero olvidado.

Lo primero que el cantante hace, al comienzo de esta grabación, es acordarse de su madre.

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