miércoles, 15 de julio de 2015

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Un mes después, más o menos. Alexis Tsipras comparece en el Parlamento Europeo tras el éxito del no en el referéndum griego. Pablo Iglesias espera con ansia la llegada de su colega heleno. Junto a Pablo Iglesias, un grupo de representantes de la izquierda europea. Hay empujones. Todos quieren ser los primeros en saludar al héroe. Pablo Iglesias se ha preparado algo en griego, para soltárselo a Tsipras cuando se saluden. Ya viene Tsipras. A codazos, Pablo Iglesias se abre paso entre sus colegas de la izquierda europea (putos groupies) y se acerca a Tsipras, que lo recibe con una amplia sonrisa y le da la mano. Entonces, Pablo Iglesias acerca su cara al oído de Tsipras y le dice, en idioma griego: Amigo mío, eres un gran estadista. Tsipras, con el ajetreo y la mala pronunciación de Pablo Iglesias, sin embargo, ha entendido lo siguiente: Amigo mío, eres un gran esclavista. Luego vienen los saludos de otros muchos. Y luego Tsipras es sometido a una exhaustiva sesión de reproches, ruegos y demandas. Pablo Iglesias lo observa todo desde su escaño. Pablo Iglesias interviene, defendiendo la posición de su amigo. El referéndum ha sido una jugada maestra. Un pulso magistral. Seguido en todo el mundo. Tsipras ha sabido aguantar el suspense democrático. Hasta el final. Y ahora se presenta en Europa renovado, triunfal.

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