jueves, 14 de mayo de 2015

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Media hora antes, en algún lugar de La Mancha. Se está celebrando un mitin en una plaza de toros. Habla Rajoy. No para de guiñar un ojo.

Su equipo de asesores debate cuál puede ser la mejor forma de evitar que Rajoy guiñe un ojo mientras habla en público. No es serio, le dice a Rajoy uno de sus asesores. No puedo evitarlo, repite Rajoy.

Han llegado a consultar a un médico la posibilidad de paralizarle el nervio que provoca el guiño de un ojo, o matárselo. Lo que sea con tal de que Rajoy deje de guiñar un ojo. La gente puede llegar a pensar que todo lo que dice el político es broma.

Sin embargo, podría quedársele una expresión espantada. Lo que quizá sería peor.

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