viernes, 26 de diciembre de 2014






Ahora dicen que Daniel Pérez Berlanga, Dani, está loco. Es posible. Como suele suceder en determinados momentos, el loco, el loco arquetípico, es el único que se atreve a perpetrar aquello que muchos otros querrían hacer pero no tienen suficientes arrestos para hacerlo. El loco es el único, entonces. Es el visionario que, en un momento de lucidez, se arroja a los lobos, comete un acto poco razonable, se somete al peligro, se expone definitivamente. Y, como consecuencia, pierde. El loco comete su locura, él solo; y los demás nos quedamos a salvo, protegiendo nuestra integridad de supuestos no-locos.

Se dice que Daniel Pérez Berlanga, Dani, dijo que pretendía atentar contra toda la clase política. Sin embargo, fue a caer en la sede de un partido en concreto que, casualidad o no, ostenta el poder en este momento. "Todos los políticos son iguales", dice el loco. También en este caso el loco dice lo que uno ha escuchado siempre de parte de muchos otros no declaradamente locos: que "todos son iguales". El loco representa pues, en este caso, al abanderado de una causa común en contra de aquellos que "son todos iguales".

En las antípodas de este loco suicida, se encuentra ese otro loco integrado, perverso y aprovechado, que es El Pequeño Nicolás. Como salido de una ficción hollywoodiense, Nicolás quiere ser como aquellos que "son todos iguales", pero demasiado pronto o demasiado deprisa. Y al querer ser como los que "son todos iguales", los retrata, es decir, los representa. Es decir, El Pequeño Nicolás es el abanderado de la causa común de aquellos que "son todos iguales". Los locos, al fin y al cabo, son el elemento descarriado de un conjunto o serie. La excentricidad de El Pequeño Nicolás no lo exime del aspecto, las maneras y los usos de aquellos que "son todos iguales".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.