jueves, 24 de julio de 2014




Los que eran mejores que nosotros
vivían cómodamente en casas recién pintadas
con inodoros a botón en todos los baños.
Conducían coches de modelo y marca
reconocibles.
Los que no tenían trabajo, estaban apenados,
no les iba bien.
Sus coches extraños estaban aparcados
sobre cajones, "al fondo" de casas polvorientas,
donde se amontonaban infinidad de objetos inútiles.
Los años pasan y todo y todos son reemplazados.
Existen siempre, es lo que dicen, nuevas oportunidades.
Pero, para decir la verdad,
a mí nunca me gustó el trabajo.
Mi objetivo era permanecer desocupado.
Ése era mi mérito.
Me gustaba la idea de sentarme en una silla,
hora tras hora, frente a la casa, sin hacer nada,
con un sombrero sobre mi cabeza y tomando una gaseosa.
¿Qué hay de malo en eso?
Fumar, escupir de vez en cuando.
Tallar madera con mi cuchillo.
¿Hay daño o maldad en esto?
En ocasiones salgo con mi perro a perseguir conejos.
Tienes que hacerlo alguna vez.
A veces levanto a un chico gordo y rubio como yo,
diciéndole: "¿De qué te conozco?".
Nunca digas: "¿Qué quieres ser cuando seas mayor?"

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