domingo, 20 de abril de 2014




Wes Anderson hace cine vintage. Pero no se olvida de la modernidad. En cierto sentido, como parece sugerir Wes Anderson, la modernidad ya es una cosa vintage. Como la cultura de la vieja Europa.

El cine de Wes Anderson es nostálgico, pero con ironía. La ironía es el hilo que todo lo casa. Pero no es la nostalgia lo que prevalece en el cine de Wes Anderson. Wes Anderson no pretende afirmar ni negar nada. No quiere preservar nada: ninguna cosa del pasado. Wes Anderson hace, en mi opinión, un cine de la seducción. Wes Anderson quiere seguir gustando. Es como el pijo que llega a una cena atildado con prendas de ropa un poco pasadas de moda. Es un pijo guapo, encantador, muy educado, con guiños cultos, un poco excéntrico, divertido. Encima, conoce gente importante. Tiene que gustarte.

Cuando desaparece, no eres capaz de recordar nada de lo que ha dicho. Pero te queda la misma agradable sensación que dejan los dulces a la hora del café. Una película de Wes Anderson es, en definitiva, una bromita agradable, ligera y muy civilizada.

1 comentario:

  1. Me parece muy acertada esta crítica, al menos al hilo de su última película

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