martes, 22 de abril de 2014




Que Wawrinka gane a Federer en una final confirma la decadencia de Federer, por un lado, y la extraña maduración tenística de Wawrinka, por otro lado.

Hay tenistas que maduran demasiado temprano. Generalmente responden a un perfil similar: deportistas prefabricados, sobreprotegidos, teledirigidos. Algunos, consiguen ser grandes campeones: Borg, Becker, Wilander, Sánchez Vicario...

Hay tenistas que maduran a tiempo. Esto es, ya cumplidos los veinte y con algunas temporadas de experiencia. Los diversos matices de su juego se van armando, poco a poco, hasta que logran imponerse. También hay grandes ejemplos de esto: Sampras, McEnroe, Edberg...

Y los hay, como Wawrinka, que llegan tarde. Rozando la treintena su potencial explosiona de manera inesperada. Comienzan su carrera como una gran promesa. Prosiguen siendo una gran decepción. Y cuando ya nadie da un duro por ellos, logran un gran triunfo, una o dos buenas temporadas y se desvanecen, se retiran, desaparecen. Me acuerdo de Albert Costa, por ejemplo.

Si la carrera de un tenista pudiera durar hasta los cincuenta años de edad, Wawrinka tendría tiempo de convertirse en un numero uno, tal vez en el mejor tenista de la historia. Su juego podría ser tan completo como el de Roger Federer. En la final de Montecarlo se pudo ver. Ambos tienen un esquema de juego similar. Golpes de derecha y de revés casi idénticos. (Wawrinka hace un recorrido con la raqueta un poco más envolvente, tal vez.) (No obstante, quizá, esa manera que tiene Wawrinka de envolver el golpe le proporciona un mejor revés que el de Federer, más seguro, con mayor potencia.)

Wawrinka ha sido capaz de desarrollar todo su potencial cuando ha abandonado definitivamente el miedo al fracaso. (Recuerdo el lema beckettiano que lleva tatuado, falla otra vez, falla mejor.) Albert Costa declaraba tras ganar su primer y único Roland Garros, al final de su carrera, que logró la estabilidad mental cuando el tenis dejó de ser para él lo más importante (se había casado y había sido padre). Anteriormente, la presión le bloqueaba en las grandes ocasiones.

Wawrinka se ha aupado hasta el número tres mundial. Yo quisiera verlo más arriba. Desbancando al número dos y al número uno. Convirtiéndose en el primer tenista capaz de alcanzar el número uno por vez primera pasados los treinta años de edad. Vengándose de los deportistas jóvenes con esa técnica prodigiosa que sabe exhibir. Con esa expresión suya de total indolencia. Como quien no quiere la cosa.

4 comentarios:

  1. Muy buena tu clasificación de grandes tenistas por su tiempo de maduración (como las frutas). Y muy significativa la ausencia del Gran Nadal (has vuelto a leer bien), con la misma voluntad y potencia física que le reconocen todos y mucha más sutileza que la que parece (¡ah, esa derecha!) y hasta sus exasperantes déficits, como el saque. Lógicamente, desde el punto de vista narrativo y cinematográfico, los Wawrinca, los tardíos, los que subes, bajan y al final, cuando nadie cuenta con ellos, vuelven a subir son los más interesantes (como esa peli de Robert Redford de un precoz-tardío jugador de beisbol que se titulaba, creo, El mejor)

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  2. Nadal está en el primer grupo, claro, en el de los grandes prefabricados, en el de los teledirigidos... date cuenta de que siempre viaja con su tío y tiene una novia sumisa elegida ad hoc

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  3. Los distintos caminos hacia la excelencia. Buen título para un libro de esos de autoayuda o mejora personal tan odiosos.
    La novia de Nadal tiene esa pinta de señora en la calle y lo otro en la cama...

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    1. La novia de Nadal es una muchachita mediterránea bien apetitosa, con ese aire genético moruno precioso, muy alejada, ya que hablamos de modelos humanos prefabricados, de esas modelazos florero que se' compran' los deportistas de éxito

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