
Chirbes recuerda cuando se fue a trabajar a Marruecos en 1977 y cómo al volver no reconocía a sus jóvenes amigos, que habían dejado de cantar a Llach y andaban enredados con el terror en el hipermercado y la movida madrileña. "Era la vertiente cultural del '¡Enriqueceos!', pintores y músicos que cobraban un dineral de los ayuntamientos", explica el escritor.
Chirbes desconfía de las redes sociales. No le gusta su clamor desde el anonimato y la cobardía. "Para mí son como esas 'tricoteuses' de la revolución francesa, que esperaban ver qué cabeza caía de la guillotina para celebrarlo". La comparación hizo fortuna y la palabra "tricoteuse", hasta ahora patrimonio de los historiadores, ha estado muy presente en el discurso de los enemigos de las redes sociales.
Un pedazo de escritor, un hombre cabalmente de izquierdas
ResponderEliminarEs de los pocos escritores que he tenido ocasión de conocer (iba a decir "placer de conocer", pero, la verdad, no creo que conocer a un escritor de placer) en persona y el tío me cayó cojonudo. Un tío completamente normal en el país de la impostura. Cuando he tratado de ponerme a lee algo suyo, me ha resultado un poco espeso, tengo que confesarlo. De todas las maneras a Carpetovetolandía le hacen falta Chirbes. Por un tubo. ;-)
ResponderEliminarFue mi amabílisimo y esporádico jefe, cuando él era Director de la revista Sobremesa, que se repartía entre socíos de un club de vinos, y me encargaba artículos con fotitos y los pagaban además muy bien. En efecto, un tipo encantador
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