
No hacer frases, no hablar.
No formular sino lo estricto,
que viene a ser en suma nada.
Creo en la virtud de la desgana.
No forjar sueños. No leer,
sino quemar quinientos libros,
si bien que dos junto a la almohada.
Creo en la virtud de la desgana
No buscar formas de novedad;
muy al contrario, huir de ellas,
y amar la faz acostumbrada.
Creo en la virtud de la desgana.
No doblegarse a la tentación
de crear obra en pos del arte,
sino dejar secar esa fontana.
Creo en la virtud de la desgana.
Y mirar la vida sin interés,
como quien ve pasar las nubes
tras el cristal de una ventana.
Creo en la virtud de la desgana.
La desgana:
esa rara y noble flor de lis,
o si se quiere,
esa amapola impávida entre la nieve.
La desgana:
esa flor que adorna el despertar,
renovada
junto a la prensa y el café,
sobre el mantel,
cada mañana.
Como el beato cree en su devoción.
Como el fauno en su pasión privada.
Creo en la virtud
de la desgana.
Desgana enemiga de la codicia
ResponderEliminarDesgana enemiga de la servidumbre al poder
Desgana enemiga de la impostura
Y de las buenas maneras
“Preferiría no hacerlo”
Que dijo aquel
Bartleby de la pereza