jueves, 18 de abril de 2013



James Sallis tiene cara de hombre bueno. De americano bueno. A lo Jack Lemmon o algo parecido. No fuma. No fuma en las fotos, quiero decir. Tiene un gatito. Sonríe siempre. Ni siquiera lleva gafas de pasta o lentillas. Parece un tipo feliz, sin conflictos.

Siendo un autor fundamentalmente de ficción, y de literatura de género, poco importa que sea un tipo feliz. La novela negra lleva lo pasional y la muerte en el arquetipo. La novela negra es doliente de serie. El escritor, se entiende, recurre a los tópicos del género para explicarse. Hay un enmascaramiento mayor. Un mayor elemento lúdico, excéntrico o lo que sea. La novela negra es como un enorme espacio de recreo. Todo vale alrededor del asesinato. Por eso es el género que mejor se lleva con lo postmoderno. Donde todo es mentira, como de cartón-piedra.

En Vidas difíciles James Sallis ha escrito un pequeño ensayo muy lúcido sobre tres autores de novela negra. Jim Thompson, David Goodis y Chester Himes. Sallis escribe muy bien sobre lo que le gusta. Aquí, en realidad, hace lo que otros autores, más high culture, hacen con los mitos y autores de la literatura "seria". El resultado, efectivamente, tendría mucha más trascendencia si Sallis hablase de Rimbaud, como hace Pierre Michon, por ejemplo, o de Baudelaire, como Roberto Calasso. Pero, no.

Además, Sallis avisa de que no pretende reivindicar la valía literaria de Thompson, Goodis y Himes. No desea auparlos. Están bien donde están, en el nucleo de la literatura barata, de consumo, industrial. Como el propio James Sallis.

Sallis lo explica muy bien. Introduce a estos autores haciendo una pequeña reflexión sobre el fenómeno de la literatura de bolsillo, la de consumo fácil y rápido. Al parecer, los libros de bolsillo surgen en Estados Unidos durante la década de los años cuarenta. Se genera allí una industria de grandes dimensiones. Miles, millones de novelitas siguiendo un patrón fijo, una estructura marcada, una ley de semejanza. Se venden baratas y se pagan mal a sus autores, que las producen a toda velocidad, renunciando, algunos, a sus expectativas de convertirse en escritores prestigiosos. Se produce tanto, viene a decir Sallis, que se genera una cierta confusión, una especie de relajamiento en el mundo editorial, una falta de filtros, que permite que se publiquen cosas más raras, en las que el patrón del género viene adulterado. No hubiese sido posible de otra manera, en otro lugar y en otra época. Entre tantos autores industriosos, se cuelan los locos, los raros, los diferentes, los difíciles. Los que, décadas después, todavía se rememoran.

Jim Thompson es definido por Sallis como "Dostoievski de Todo a Cien".


4 comentarios:

  1. Lei el libro hace tiempo, lo olvidé luego pero en su momento me gustó, como me ha gustado esta reseña.

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  2. Por cierto, un grande actual de la novela negra, Dennis Lehane, publica hoy en el pais un artículo sobre los atentados de Boston (Boston es su ciudad):

    http://elpais.com/elpais/2013/04/18/opinion/1366285034_429125.html

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  3. Lehane me falta, no he leído nada suyo

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  4. Tiene una serie con una pareja de policías que no me gusta demasiado. Los buenos, para mí. son los independientes: Mistic River y sobre todo 'Cualquier otro día' y la última que he leído, 'Vivir de noche'

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