martes, 29 de enero de 2013



Viendo Bestias del sur salvaje, la película
de Benh Zeitlin, me acuerdo, curiosamente, de Bon Iver.
Yo soy más de tristezas, de oscuridades.
La luminosidad de Bon Iver me aturde un poco.
Me siento descolocado. De otro tiempo.
Bon Iver es el éxtasis. Misticismo folk,
a punto de caer en la cursilería más absoluta.
Algo parecido sucede en Bestias del sur salvaje.
Hay una mística de la euforia que, por lo visto,
te inmuniza frente al ridículo. La tristeza arriesga menos.
En lo triste hay una cierta elegancia.
La tristeza es cobarde.
Huecos. Sequedades. No otra cosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.